Casi podríamos creer que estamos ante el argumento de una película en la que los protagonistas son Gregorio y Mari Ángeles. La pareja contrajo matrimonio el pasado 20 de abril y, unidos por su pasión por la caza, decidieron pasar su luna de miel cazando corzos en Hungría.

El destino que escogieron fue Györ, una bonita ciudad situada a orillas del Danubio, en la parte oeste del país. Según ha contado Gregorio al equipo de Jara y Sedal, es una zona «menos comercial» con siembras y pequeñas masas forestales que cuentan con un «buen número de corzos».

Los dos cazadores y su guía durante uno de los recechos en Hungría. © G. S.

A la caza de ‘Chocolate’

Una vez allí, «la aventura comenzó recechando en una inmensa siembra de trigo mucho más alta de lo habitual en esa época», ha detallado. «Al poco de comenzar a andar y después de divisar varios corzos de pequeño porte, localizamos un precioso corzo de color chocolate muy perlado».

Lo bautizaron como ‘Csokoládé’ o ‘Chocolate’ en español. A pesar de haberlo marcado como el objetivo de su primera jornada, la pareja terminó la salida «sin los resultados esperados» y decidieron intentar un nuevo rececho por la tarde.

Pasaron varias horas hasta que, «como de la nada», según el propio Gregorio ha asegurado, «apareció un precioso corzo que se encontraba tumbado en una pequeña vaguada junto al camino, apenas a 40 metros».

«Mari Ángeles se dispuso a jugar el lance y, después de unos segundos interminables y de un disparo certero, consiguió abatirlo. Un precioso corzo de 560 gramos brutos y 125 puntos CIC», ha descrito.

El primer corzo abatido por la pareja. © G.S.

La pareja quería abatir un segundo corzo

Su aventura continuaría al día siguiente. «Mucho más animados por los resultados de la tarde anterior», como Gregorio ha afirmado, «muy a lo lejos divisamos un corzo acostado en la siembra al que solo se le veía la cuerna y una parte de su cara blanquecina».

Gregorio y Mari Ángeles en Hungría. © G. S.

Consiguieron colocarse a 100 metros de él, pero el cérvido no tenía ninguna intención de levantarse y tuvieron que esperar durante 45 minutos a que este les diera una oportunidad.

«En ese momento apareció en escena otro pequeño corzo que se acercó a él sin percatarse de su presencia, haciendo que este se levantase para defender su territorio», ha continuado recordando el cazador.

Finalmente y «después de observar la pelea de los dos corzos, el cariblanco se detuvo un momento». Fue entonces cuando Gregorio logró abatir al animal, que resultó ser un «viejo corzo de 490 gramos y 109 puntos CIC».

El matrimonio con el segundo corzo. © G.S.

La increíble historia del ‘corzo fantasma’ al que un cazador lleva siguiendo tres temporadas


La mejor historia de caza de corzo puede llevarse unos prismáticos Burris Droptine y un arnés Beretta

El lance que acabamos de narrar es uno de los participantes en el concurso que desde Jara y Sedal hemos lanzado en colaboración con Beretta Benelli Ibérica (BBI). La mejor historia puede llevarse unos magníficos prismáticos Burris Droptine Droptine 10×42, así como un arnés de Beretta.

Quienes quieran optar a este premio pueden hacerlo fácilmente enviando un email a info@revistajaraysedal.es, o bien un mensaje privado a cualquiera de nuestras redes sociales contándonos tu mejor historia de corzos, además de adjuntar las fotos de ese día, tu número de teléfono y seguir en Instagram el perfil de Jara y Sedal (@jaraysedal.es) y el de BBI (@beretta_benelli_iberica).