La paleodieta ha triunfado en los últimos años entre los aficionados al deporte por su gran aporte proteínico y bajo contenido en calorías. Hay todo un movimiento ‘paleo-friendly’ que asegura que nos iría mejor comiendo lo que comían nuestros ancestros, y no hay mejor forma de hacerlo que cazando como ellos.
05/08/2016 | Redacción JyS
Defienden que los cambios en el genoma son muy lentos. Así que, mientras el mundo ha cambiado muchísimo en poco tiempo, las adaptaciones en nuestro genoma son las mismas que nos ayudaron a sobrevivir en el Paleolítico. Estas son las evidencias científicas en las que se basa el movimiento ‘Paleo’: nuestros antepasados pre-agrícolas no sufrían gran parte de las actuales aflicciones como la obesidad, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades autoinmunes.
Además aseguran que la biología molecular, la inmunología y la endocrinología han identificado mecanismos moleculares que explican las adaptaciones biológicas a una vida de cazador recolector. La experiencia clínica de grandes expertos en los últimos años ha demostrado la eficacia de la Paleo Dieta y el PaleoTraining en la curación de una serie de enfermedades y la mejora de índices subjetivos y objetivos de salud.
Sin embargo, una verdadera pelodieta –basada en carne de caza y recolecta de frutas y verduras- no es viable con las carnes de granja, cuyos ejemplares se han criado en lugares masificados donde son medicados con antibióticos, casi de forma sistemática, para que el hecho de que se encuentren tantos animales juntos en un mismo lugar, no haga que cundan las enfermedades.
La carne de caza: más sana y con menos grasa
También son animales hormonados en ocasiones y lo que comen los animales suelen ser piensos compuestos, que no solo contienen elementos naturales. La dieta basada solo en proteínas puede ser mucho más saludable si procede de carne de caza. El animal realiza más ejercicio hasta el momento de la captura. Así, la mayoría de esta carne contiene entre un 5% y un 7% de grasa, mientras que la carne de cordero, por ejemplo, contiene un 25% de grasa y una ración de carne de vacuno puede contener hasta un 45%.
De hecho, debido a su falta de grasa, proporciona menos calorías que la carne de cría. Es una buena fuente de proteínas y aporta la vitamina B e hierro. Asimismo, la carne de los animales de pelo contiene gran cantidad de sales minerales, fósforo, magneso, potasio.
Esto ha sido documentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en un informe. Según el citado organismo, la tendencia general marca que la carne de los animales salvajes es baja en grasa, mientras que el contenido en proteína es similar o más alto que el del resto.
¿En qué consiste la paleodieta?
La cantidad de vitamina A también es mayor en la carne de caza, en parte, por su alimentación abundante en semillas y vegetales ricos en beta-caroteno, un compuesto que el organismo transforma en vitamina A. Se trata de comer cuando se tenga hambre y beber cuando se tenga sed. Están permitidas todas las verduras, frutas, frutos secos y algas comestibles.
Por supuesto carne, entre seis y ocho veces por semana, pescado, a ser posible cuatro o cinco veces azul y el resto blanco. Marisco también se puede, pero nada frito -en el paleolítico con contaban con freidoras ni empanaban los filetes-. Lácteos, legumbres y cereales no son imprescindibles, aunque se pueden tomar de manera puntual.
La leche no tendría sentido en esta dieta, ya que no somos lactantes. Hoy en día es complicado que accedamos a comida que no esté alterada pero los defensores del ‘paleo’ modo de vida abogan por recuperar un modo de vida lo más parecido al de nuestros antepasados.
¿Cuáles son los principales beneficios de la paleodieta?
Los beneficios que nos aporta tienen que ver con que se evita el exceso de grasas saturadas, productos de repostería industrial y el abuso de sal y azúcar. Se comen grasas “buenas” (ácidos grasos insaturados) procedentes de semillas, frutos secos y pescado azul. Se fomenta el ejercicio físico como parte fundamental de este estilo de vida, debido a que los hombres de las cavernas debían mantener una actividad física intensa y constante para garantizar su sustento y supervivencia.
Esto, lógicamente, se traduce en un gasto calórico elevado y una disminución de los riesgos asociados al sedentarismo. Aunque, por supuesto esta dieta tiene detractores que abogan por no eliminar los cereales –aunque en el paleolítico no se consumían- ni los productos lácteos. Si te animas a practicarla aquí te ofrecemos una serie de consejos para preparar las carnes de caza más comunes de nuestro mercado.