Así explicaba Félix Rodríguez de la Fuente cómo fueron las primeras armas de caza
La cultura, sin lugar a dudas, nos ha regalado memorables imágenes y momentos que es muy probable que perduren en nuestro recuerdo durante mucho tiempo. Sobre todo en el caso de las películas clásicas. Algunos de ellos guardan cierta relación con la caza. Esto es justo lo que ocurrió con una escena de Paco Martínez Soria en Don erre que erre que vamos a recordar a continuación.
Este trabajo del año 1970 y dirigido por José Luis Sáenz de Heredia es una de las grandes aportaciones del cine español. Dentro de su reparto, cabe destacar algunos nombres muy reconocidos como es el caso de José Sacristán, como Valentín Serrano; Manuel Alexandre, dando vida al personaje de Raimundo; y el del propio Paco Martínez Soria, quien interpretaba a Don Rodrigo Quesada.
Don erre que erre
Quien no haya visto la película o quien sí lo haya hecho pero no la recuerde con detalle agradecerá el siguiente resumen. En ella, Don Rodrigo Quesada va al banco porque tiene que cobrar una pequeña cantidad de dinero. En este momento, tiene lugar un atraco y este pierde su dinero.
Decide entonces pedirle al banco que se lo devuelva, pero le responden que no pueden hacerlo puesto que ha sido a él a quien se lo han quitado. Al ser una persona testaruda y con ideas fijas, Rodrigo no para hasta conseguir lo que desea.
Además, logró que su mujer, Doña Luisa, quedara otra vez embarazada, pese a la edad de ambos, y que su única hija abandonase la idea de hacerse monja.
La escena en la que Paco Martínez Soria la lía en un ojeo de perdices
La película nos regaló escenas bastante cómicas y muchas de ellas estuvieron protagonizadas por Paco Martínez Soria. Junto con el director general del Banco Universal, ambos decidieron pasar un día de caería.
Don Rodrigo tan solo tenía la labor de camuflarse y mantenerse escondido mientras el resto intentaba dar captura a alguna perdiz que sobrevolaba la zona. En un impulso de heroísmo, este salió de los matorrales en los que se encontraba e intentó espantarlas para salvarles la vida.
Tras soltar una liebre, los cazadores intentaron acertar al animal con sus escopetas. Sin embargo, uno de los disparos impactó en Don Rodrigo, quien seguía en su afán de sacar la cabeza de su escondite.
«¡Me han cazado! ¡Me han herido!», gritaba con la mano tapando los perdigonazos que había recibido en la cara. «Ya sabía yo que me traían de conejo». El diálogo que los cuatro personajes mantienen durante la escena es digno de escuchar para quienes quieran disfrutar de un buen rato de humor.