Seguro que conoces los beneficios de consumir pescado para tu salud. Lo que posiblemente desconozcas es que, además de Omega-3 y una buena cantidad de proteínas, su mal olor te puede ayudar a pensar mejor. Te explicamos el porqué.
29/03/2016 | Redacción JyS

Un estudio demuestra que el pescado mejora tu capacidad de razonar
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Un estudio publicado en la revista Journal of Experimental Social Psychology ha reflejado que además de los beneficios que aportan los nutrientes del pescado, el olor de éste podría mejorar nuestras habilidades de razonamiento. Partiendo de la base, probada, de que la nariz actúa como sistema de alerta contra la comida que huele de un modo cuestionable, la nueva investigación demuestra que puede ser eficaz también a la hora de alertarnos de ideas o conceptos sospechosos.
Realizado por investigadores de la Universidad de Michigan y de la Universidad de California del Sur, durante el estudio se formularon dos preguntas a 61 estudiantes: la primera una pregunta basada en hechos y la segunda una pregunta trampa, con el fin de ver quien se daba cuenta del error de formulación.
Bajo condiciones normales, aproximadamente el 80 por ciento de los estudiantes caían en el truco de la pregunta trampa, pero los 31 estudiantes que fueron expuestos al olor del aceite de pescado reaccionaron con mayor rapidez, contestando adecuadamente. Más del 40 por ciento de los participantes eligieron la respuesta «no sabe, no contesta», antes de elegir ninguna de las incorrectas, al percatarse de que había alguna especie de truco. Estos encuestados no identificaron la primera cuestión como una pregunta sin respuesta, demostrando que no se trataba de una desconfianza que repercutiera en su segunda respuesta, sino una mejora del razonamiento.
En el segundo experimento, los participantes fueron sometidos a la prueba de selección de Wason, un problema en el que hay que encontrar la regla que rige una serie númerica. Aquellos que no fueron expuestos al olor del pescado cometieron un error llamado «tendencia de confirmación», que consiste en que alguno se quedaron atascados en una hipótesis incorrecta previamente establecida, de la que sólo el 28 por ciento intenta refutar su funcionamiento.
Por el contrario, casi la mitad de las personas expuestas al olor del pescado, colocado estratégicamente debajo de sus mesas, consiguió probar sus respuestas satisfactoriamente, llevando a mejores tasas de éxito en la resolución del problema en todo su conjunto.
Norbert Schwarz, psicólogo y profesor de márketing en la Universidad de Carolina del Sur y a su vez uno de los autores del estudio, explicó al periódico universitario por qué el mal olor del pescado puede llevar a una mejora del pensamiento crítico: «Si soy desconfiado, debo pensar ‘aquí hay algo raro’. Y entonces es cuando pienso de una manera más crítica y entiendo que está pasando».
Parece, entonces, que la sospecha provocada por alimentos malolientes se puede extender a la esfera social e incluso al razonamiento académico, aumentando el poder del escepticismo en una persona.