Seguro que en más de una ocasión te han preguntado por qué cazas. Son muchas las razones y cada cual atesora varias que le animan a salir una y otra vez al monte. Y es que abatir a la pieza que se busca en una ínfima parte de todo lo que hay detrás de cada jornada de caza. A continuación hemos recapitulado nueve lecciones que la caza nos aporta en nuestro día a día y que, a buen seguro, habrás experimentado.

Cuando te pregunten la próxima vez, puede enumerar alguna de las siguientes razones por las que tan enganchado estás a esta particular forma de vida.

Paciencia

Cualquier cazador sabe que en la actividad cinegética sin paciencia no se va a ningún lado. Si pretendes ganarle la partida a las piezas que son tu objetivo sin haber trabajado antes en el coto, o pretendes hacerlo nada más bajar del coche, estás perdido. Esto mismo puede trasladarse a lo cotidiano, si no tienes paciencia para hacer las tareas, fracasarás.

Resolución de conflictos

¿Quién no se ha enfrentado a situaciones problemáticas con un compañero del coto, con un propietario de tierras o contra personas anticaza en las redes sociales?

En los problemas diarios debes actuar de la misma forma, con serenidad y coherencia entre tus pensamientos y tus actos.

Fuerza

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Una cazadora junto a su perro. © Israel Hernández

Todo cazador ha lidiado con las situaciones climatológicas más adversas y con los más duros obstáculos. ¿Ir al gimnasio? ¿Para qué cuando has caminado durante kilómetros monte a través el pasado fin de semana? No hay entrenamiento más duro que sacar una pieza de caza mayor del medio de un jaral, o correr tras esa perdiz que ha caído de ala y apeona rápidamente hasta lo alto del cerro.

Conexión con la naturaleza

Los cazadores sabemos apreciar cualquier aspecto que nos ofrece la naturaleza, desde un amanecer en lo alto de un risco, hasta ver una hembra recién parida con sus crías, entre muchos otros. Es por ello que también somos los que más concienciados estamos con cuidar el planeta en el día a día, hasta en los gestos más mínimos.

Dieta

carne de ciervo carne de caza
© Pedro Ampuero. 

Si algo nos enseña la caza es a comer sano. Los cazadores aportan a sus casas la mejor carne que puede existir. La carne de caza está libre de hormonas y antibióticos. Además, las especies cinegéticas viven y mueren de forma ética, viven en libertad y mueren con la oportunidad de escapar ante el cazador. Y por último, y casi lo más importante, tiene un sabor único e incomparable.

Historias de vida

Cada cazador atesora en su memoria lances, momentos e historias que le servirán para contar a sus descendientes y así enseñar conocimientos vitales de generación en generación. Por más veces que nuestros mayores nos cuenten sus historias, ¡no dejan de fascinarnos!

Relajación

Los cazadores aprecian cualquier momento de relajación, aunque ninguno como los que se pasan pisando barro. Un cazador disfruta simplemente sentándose en el sofá después de trabajar y admirando fotos antiguas y trofeos que evocan inolvidables momentos.

Salir a pasear al perro, por poner un claro ejemplo, no es ningún suplicio, ya que se trata de estar con nuestro fiel compañero de batallas.

Manejo de la adrenalina

Un cazador en Castilla y León.
Un cazador apuntando a una pieza. © Israel Hernández

¿Quién no ha sentido que se le va a salir el corazón por la boca ante un cochino que baja como una locomotora rompiendo monte? ¿Y ante la arrancada de una brava perdiz? Y aun así somos capaces de reponernos e intentamos disparar lo más tranquilos posible, aun cuando nuestro propio pulso es el peor enemigo. De igual modo, cualquier situación que requiera de templanza será pan comido para un cazador.

La importancia de las tradiciones

La caza conlleva una serie de elementos que terminan conformando una actividad tradicional que pasa de generación en generación. Esforzarse en inculcar esta serie de valores y hechos a los más pequeños es el mejor servicio que le puedes hacer al futuro de la caza. De esta modo también aprendes a forjar y transmitir a los tuyos valores férreos que son vitales.

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