Daniel Acedo, de 25 años, era un experimentado buceador e instructor de salvamento, que había rescatado a varias personas de un final aciago.
24/1/2017 | Redacción JyS
Daniel Acedo, vecino de la barriada Tiro de Pichón de Málaga, fue el sábado pasado a la playa de Valdevaqueros en Tarifa (Cádiz) a practicar su gran pasión, la pesca submarina. Le acompañaba su amigo Juan Sogorb, quien hacía poco le había regalado una sonda para su nueva barca. Lamentablemente fue su última salida juntos.
Ambos se dirigieron con la zodiac, junto a un barquero que contrataron para hacer las veces de patrón de la embarcación, hacia el Bajo de los Cabezos, una zona donde la profundidad varía entre los nueve y los 50 metros. Daniel descendió hasta los 28 metros, una profundidad de sobra conocida para él.
Este enclave, según narra Sogorb a Diario Sur, es tan rico en pesca como peligroso. “Aquello es un cementerio de personas”, asegura. “Nosotros le teníamos respeto, pero no miedo. En esas condiciones hay que estar bastante tranquilo en el agua, aunque consciente del riesgo. Cualquier fallo se paga muy caro”, describe Sogorb.
Según cuenta él mismo al citado medio, habían conseguido dos piezas -un dentón de unos tres kilos y un borriquete de cuatro- entre los dos, cuando se subió a la barca y se dio cuenta de que Acedo tardaba en salir. Fue entonces cuando apareció Raúl Astorga con su hermano, quienes se dirigían hacia la misma zona, pero según relata Astorga, al verlos se dirigieron mar adentro para no estorbarlos.
“Me tiré a unos 100 metros. Al subir, mi hermano me comentó: ‘¿Qué están haciendo aquellos?’. Yo pensé que estarían ‘sondando’ -marcando alguna piedra en la que habían visto pescado-. Me dio tiempo a bajar otra vez y, al regresar a la superficie, vi que la barca se acercaba a mí. El muchacho –Juan- me dijo: ‘He perdido al compañero, no lo veo”, narra Astorga, miembro de la selección nacional de pesca submarina, a Diario Sur.
Tras echarse este último al agua, tardó 40 segundos en encontrar a Acedo inconsciente. Después de subirlo a la superficie, dio indicaciones al barquero para que avisara a las autoridades, y a Sogorb le explicó cómo tenía que ayudarle a realizar las maniobras de reanimación. “Estuvimos más de media hora intentándolo”, asevera el pescador.
Según el medio citado anteriormente, a falta de los resultados definitivos de la autopsia, la hipótesis principal que se baraja es que Acedo murió por una pérdida de conocimiento provocada por la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la sangre tras un prolongado tiempo sin respirar. A este tipo de suceso se le conoce como ‘síncope de las aguas bajas’ o ‘de los 7 metros’ porque se produce en el último tramo del ascenso a la superficie.