La fiesta de San Antón en La Alberca (Salamanca) ha escrito este 2025 una página sin precedentes en sus más de cinco siglos de historia. Por primera vez, el famoso marrano bendecido no será rifado entre los vecinos, como era costumbre, sino que vivirá su vida en libertad antes de ser trasladado a un santuario animal. Una transformación impulsada por el discurso animalista, que vuelve a poner fin a una arraigada tradición.

Un cambio impulsado por el animalismo

La decisión se ha enmarcado en lo que sus promotores califican como una evolución ética y solidaria. Este año, en lugar del tradicional sorteo del cerdo, los vecinos de La Alberca participarán en una rifa de productos locales de la Sierra de Francia. Los beneficios irán destinados a La Casa de los Ángeles, una ONG orientada a proyectos sociales.

El propio marrano, símbolo cultural y religioso de la festividad, seguirá recorriendo las calles del pueblo como cada año. Pero ya no será sacrificado ni convertido en alimento. Tras la celebración, será llevado a un santuario donde, según el Ayuntamiento, se garantizará su cuidado y bienestar. El corral donde permanece estos meses también ha sido acondicionado para mejorar su descanso.

La artista Rosa Gómez, madrina en 2025

La antropóloga visual y artista Rosa Gómez ha sido elegida como madrina del marrano este año. Durante el acto de bendición, subrayó la nueva orientación de la tradición: «Esta transformación refleja cómo La Alberca abraza sus tradiciones sin dejar de mirar hacia un futuro más solidario y consciente».

La decisión, aunque celebrada por algunos sectores, ha generado malestar entre vecinos y defensores de las tradiciones populares. La rifa del marrano era un símbolo de unión vecinal y de respeto a una costumbre ancestral que jamás implicó maltrato: el animal vivía en libertad por el pueblo durante meses y era alimentado por todos.

Una larga lista de tradiciones suprimidas

El caso del marrano bendecido se suma a otros en los que el animalismo ha luchado por eliminar celebraciones populares centenarias. Fiestas como la suelta de patos en Sagunto o los concursos de arrastre en Cataluña han sido objeto de prohibiciones, a pesar de contar con amplio respaldo social y estar fuertemente enraizadas en el acervo cultural.

En La Alberca, la tradición del marrano de San Antón era una muestra de devoción y convivencia, no de maltrato. Pero el relato animalista ha vuelto a imponerse, incluso en contextos donde el bienestar del animal estaba garantizado. Se trata de un nuevo episodio de un fenómeno creciente: la reinterpretación de las tradiciones desde una óptica urbanita que no siempre comprende el sentido profundo de lo rural.

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