A veces, lo más valiente no es empuñar un arma ni afrontar una jornada dura de campo, sino sentarse a hablar con claridad. En el episodio 9 del pódcast ‘Los políticos no son personas’, la conversación gira en torno a la caza y todo lo que implica más allá del disparo. José María Mancheño, presidente de la Federación Andaluza de Caza, ofrece una visión directa, sin victimismos ni disfraces, sobre el papel de los cazadores en la sociedad rural andaluza. Una charla que remueve conciencias y rompe clichés, en la que la emoción y la dignidad de un colectivo silenciado emergen sin necesidad de alzar la voz.
La caza como herramienta de conservación y tejido social
La conversación fluye con naturalidad entre José María y los anfitriones del pódcast, Jota Carmona y Jéssica Trujillo, quienes muestran una mezcla de respeto, curiosidad y cercanía. Desde el inicio, se contextualiza la magnitud del colectivo cinegético: más de 200.000 cazadores en Andalucía, muchos de ellos no federados, que viven y sienten el campo como pocos.
Mancheño no elude temas incómodos. Reconoce errores del pasado: no haber comunicado suficientemente bien todo el trabajo que hay detrás de la caza. Pero también pone sobre la mesa logros invisibles, como la participación clave de los cazadores en el proyecto LIFE del lince ibérico (Lynx pardinus), donde llegaron incluso a renunciar a cazar conejos para asegurar alimento a la especie. Habla de la vigilancia del territorio, de la detención de incendios forestales, de la monitorización de enfermedades con patos reclamo como centinelas naturales. Todo esto realizado, muchas veces, sin contraprestación y con un fuerte compromiso ambiental.
No faltan referencias a la caza social, esa que se practica con normas, respeto y ética. Mancheño recuerda cómo un simple día cazando conejos (Oryctolagus cuniculus) para un arroz familiar tiene más dignidad que alimentar jabalíes con intención romántica en las redes sociales. Se profundiza en temas actuales como la proliferación del jabalí (Sus scrofa), la problemática de los gatos asilvestrados, el efecto de la nueva ley animalista y la criminalización injusta del colectivo cazador. Todo se aborda con una mirada conciliadora, pero firme.
Un mensaje que va más allá del campo
La charla no se limita a defender la caza: defiende la libertad, el respeto y la necesidad de tender puentes. Se habla de la educación de los más jóvenes, de talleres con carne de caza, de orientación nocturna, de valores transmitidos al calor de una lumbre. Se desmitifica la imagen del cazador como elitista, se muestra la realidad de la caza de proximidad y bajo coste, con cobertura vegetal sembrada sin químicos para fomentar biodiversidad. Y sobre todo, se lanza un mensaje claro: «Los cazadores también son personas».
El pódcast concluye como empezó: con una invitación al entendimiento. Porque la caza, bien explicada, no necesita justificarse. Basta con escuchar, sin prejuicios, para descubrir que detrás del disparo hay una historia de compromiso, conservación y vida rural.