«Solo tú sabías las noches que te esperé». Así comienza la narración de Dionisio Serrano Paz acerca de una jornada de caza en modalidad de aguardo que nunca olvidará. Su objetivo era un ejemplar de jabalí al que ya había visto en otras ocasiones, pero que nunca antes había conseguido abatir.

Sin embargo, todo cambiaría el pasado 31 de julio en el valle del río Tiétar, en un coto al lado de Talayuela, en Cáceres. Era una tarde de verano en la que ya habían pasado ocho meses sin ninguna huella del animal. Sin embargo, ese día volvió a aparecer «la pezuña que tanto le caracterizaba», como el propio cazador ha definido.

Dionisio había intentado ya en dos ocasiones cazarlo junto al maizal donde había localizado de nuevo sus pasos, pero el macareno siempre ganaba la partida. Consiguió verlo sobre las 23:30 horas en una de aquellas jornadas, pero el jabalí advirtió la presencia del cazador y desapareció entre la maleza.

El objetivo de Dionisio parecía inalcanzable, pero a la tercera fue la vencida.

El animal apareció justo antes de rendirse

El cazador estaba a punto de tirar la toalla cuando, en torno las 19:30 horas de ese día 31, ya cayendo la tarde, dejó la chaqueta en el puesto y se desplazó «100 metros hacia atrás», para tratar de confundirlo. Con la ausencia de luz de la noche, a las 00:30 horas, consiguió ver al animal a unos 300 metros de distancia y en dirección a su puesto.

«Con nervios de acero y observando su recorrido, aguanté mis ganas de apretar el gatillo y la chaqueta cumplió su función», ha detallado el cazador. Entonces, a unos 60 metros del animal, quitó el seguro de su Browing FN en calibre .30-06, apuntó hacia su silueta, alumbró y consiguió abatirlo con un disparo que fue «100% efectivo».


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«Mi alegría fue la de un niño al que solo le faltaba llorar de felicidad», ha confesado Dionisio. Asimismo, ha destacado que lo cazó con linterna, «como a la antigua usanza, sin nocturno, ni térmicos, ni cebadero. Al paso y con luna, como mandan los cánones para estos animales».

Detalle de los colmillos del jabalí. © D.S.P.

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