El virus de la lengua azul, históricamente asociado a rumiantes como ovejas o vacas, ha empezado a mostrar señales de que podría también afectar a otros grupos animales. En particular, algunos estudios recientes documentan casos en carnívoros, incluidos perros domésticos, lo que plantea nuevas incógnitas en el ámbito de la sanidad animal.

La revisión de un grupo de investigadores de la Universidad de Évora pone el foco en los carnívoros domésticos y silvestres, como perros, zorros o incluso felinos salvajes, y sugiere que podrían estar más implicados en la epidemiología del virus de lo que se había asumido hasta ahora. Hasta la fecha, los protocolos de vigilancia y diagnóstico se habían centrado casi exclusivamente en rumiantes.

Señales clínicas graves e infradiagnóstico

Según los científicos, la infección por el virus de la lengua azul (VLA) en carnívoros presenta una gran variedad de síntomas, desde cuadros subclínicos hasta síndromes hemorrágicos severos. Uno de los principales problemas es que estas señales son poco específicas, lo que contribuye a que los casos no se detecten adecuadamente. «Es probable que la infección por VLA en carnívoros esté infradiagnosticada debido a la escasa concienciación, la inespecificidad de los signos clínicos y la ausencia de protocolos de diagnóstico establecidos para especies no rumiantes», explican.

El virus puede llegar a estos animales a través de picaduras de vectores —como mosquitos del género Culicoides— o bien por la ingestión de tejidos infectados, algo que podría ocurrir, por ejemplo, si un perro consume restos de animales contagiados. Esto abre la puerta a nuevas vías de transmisión que hasta ahora no habían sido consideradas en los planes de bioseguridad.

Un perro asilvestrado.
Los científicos sugieren que si un perro consume restos de un animal afectado de fiebre azul, podría contagiarse. © Shutterstock

Ampliar la vigilancia a otras especies

Los expertos insisten en que la vigilancia sanitaria debe expandirse más allá del ganado. «Los marcos de bioseguridad y los sistemas de vigilancia actuales, centrados principalmente en rumiantes, requieren una expansión para incorporar a los carnívoros en el mantenimiento y la transmisión viral», subrayan en su informe.

También lanzan una advertencia directa a los profesionales del sector: «Los veterinarios deben mantenerse alerta ante presentaciones atípicas de enfermedades transmitidas por vectores conocidas en animales de compañía, particularmente en regiones con circulación activa del virus de la lengua azul».

El cambio climático y su influencia en la distribución de los vectores transmisores es otra preocupación añadida. Si los insectos vectores amplían su área de actividad, también lo hará el riesgo de nuevas infecciones en zonas donde hasta ahora no se habían detectado casos.

Un enfoque más integral frente a enfermedades emergentes

La conclusión de los investigadores es clara: la lengua azul no puede seguir considerándose un problema exclusivo del ganado. En su análisis, reclaman un enfoque más amplio, que integre el papel de los carnívoros en los estudios de epidemiología. «La colaboración interdisciplinar entre veterinarios, entomólogos, virólogos y epidemiólogos será esencial para abordar eficazmente estas lagunas de conocimiento», advierten.

De hecho, consideran que la situación actual exige una revisión de las políticas sanitarias, ya que las implicaciones no solo afectan a la salud de los animales, sino también a la salud pública. Por ello, abogan por «un enfoque más integral de la epidemiología del VLA, que incluya a los carnívoros, que mejorará las estrategias de preparación y respuesta contra las enfermedades transmitidas por vectores emergentes».

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