No tenía rifle. Ni siquiera había cazado un corzo en su vida. De hecho, no tenía pensado hacer un rececho, pero se apuntó al sorteo de precintos de su coto de Teruel porque un amigo le animó a hacerlo.

Y le tocó.

Salió el último día hábil para hacerlo y caminó en pantalones cortos por el acotado con un rifle prestado. No vio nada, pero siguió caminando. Tenía todas las papeletas para fracasar y volverse bolo a casa, pero la diosa Diana decidió girar su mirada hacia él.

A última hora, cuando estaba a punto de volverse al coche, lo vio.

Le pareció bueno, así que lo metió en la cruz, apretó el gatillo y observó cómo se derrumbaba limpiamente. Cuando se acercó a él se sorprendió por el tamaño de su cuerna, así que se fotografió junto a él. Una camiseta de manga corta dejaba ver los tatuajes del brazo que sujetaba el cuello del animal mientras que en su muslo aparecía otro que las bermudas no alcanzaban a tapar. 

Posaba sonriente, es lógico, acababa de cazar su primer corzo, pero era una alegría inocente, insuficiente. Estaba siendo feliz por debajo de sus posibilidades.

Oscar Gan tras cazar el récord de España de corzo.
Oscar Gan tras cazar el récord de España de corzo.

Óscar Gan pensaba que había logrado un buen trofeo, pero no tenía ni idea de que estaba sosteniendo entre sus manos el nuevo récord de España de corzo. Un trofeo de 252,93 puntos CIC que destronaban a Sergio Muela, el también humilde cazador que entró en 2016 en la historia de la cinegética española con otro extraordinario ejemplar de Guadalajara.

Así es la magia de la caza. La de verdad. Esa que no se puede comprar arrendando miles de hectáreas a precios obscenos e inalcanzables para la mayoría de los mortales. Esa que piensa en la carne y echa cuentas. La que no busca medallas de oro ni sube fotos de trofeos a Instagram para ver quién lo tiene más largo. La que reparte suerte e infortunio con una venda en los ojos.

La que no busca atajos tramposos ni persigue carretillos de queratina. La del último récord de España de corzo es una de esas historias de caza que nos encanta contar. Una obra de arte de la diosa Diana, que pone todo en su sitio de una forma maravillosa, sublime.