De unos años a esta parte, el número de mujeres cazadoras continúa su imparable aumento, algo que hemos puesto de manifiesto en este medio con distintos estudios de los que nos hemos hecho eco. Y en ello el compromiso de los padres cazadores para con sus hijos es una pieza clave a la hora de transmitir los valores del mundo cinegético.
Uno de ellos es José Luis Escudero Martín, un cazador residente en la localidad almeriense de Roquetas de Mar y que ha inculcado esos valores desde bien pequeña a su hija Isabel Escudero Nadal, que ahora tiene 14 años.
«Tengo un hijo de 16 años e Isabel, de 14. Como padre y cazador, había enseñado a mi hijo a disfrutar del amor por el monte y la caza, pero no le ha terminado gustando. Me quedaba mi hija, que siempre quería venir con 7 u 8 años al coto que tengo en la Región de Murcia. Yo le decía que esto lo hacía por agradar a su padre sin más… pero acabó enamorándose de este mundo tan especial», comienza explicando Escudero a la redacción de Jara y Sedal.
Hace unos días recordábamos cómo uno de los estudios más exhaustivos que se ha desarrollado hasta el momento en este aspecto revela que en al menos el 79% de las sociedades prehistóricas estudiadas, hay evidencias de mujeres cazadoras. Publicado en la revista científica PLOS ONE, este trabajo ha analizado los datos arqueológicos de un total de 63 sociedades de cazadores-recolectores de todo el mundo.
Por ello sabemos que la presencia de la mujer cazadora ha sido imprescindible a lo largo de la historia, algo que también tiene su reflejo en la actualidad, ya que cada vez más son más féminas como Isabel que se animan a practicar esta afición.
Así ha ido creciendo el amor por la caza en Isabel
El padre de Isabel explica que, conforme fueron pasando los años, fue creciendo en ella el amor por el mundo cinegético: «Desde que tenía 8 íbamos a cazar a Murcia, abatíamos muchos conejos y se ponía incluso a arreglarlos con esa edad. Era increíble». Ahora ya tiene su permiso de armas y este mismo miércoles estuvo junto a su progenitor practicando el tiro en una cancha deportiva.
«Mañana mismo recogemos su primera tarjeta de un coto, en Níjar, para que disfrute la próxima temporada de la caza», detalla orgulloso el padre, que además quiere dejar constancia que «saca unas notas extraordinarias y sabe tocar el piano y la batería».
Una pasión especial por sus podencos
Por último, José Luis pone en valor la gran labor de los podencos con los que él e Isabel cazan en cada jornada: «Son espectaculares: tienen una sangre que hemos ido construyendo durante muchos años, enrazada. No son puros podencos andaluces, ni canarios, ni portugueses; sino que llevan esas tres sangres unidas. Tienen personalidad propia», expone.
Junto a ellos, José Luis e Isabel disfrutan de inmejorables jornadas de caza y lo seguirán haciendo a partir de octubre. La joven ya sabe lo que es ir de caza como morralera y muy pronto comenzará a acompañar a su progenitor escopeta en mano. Bienvenida compañera.