Pocas veces se abate un jabalí de más de 150 kilos. Pero si además lo haces junto a tu padre, en tu coto, a solo 15 metros y con un permiso de esperas por daños en el campo de maíz de un amigo, el lance se vuelve épico. Esto fue precisamente lo que le ocurrió a Marcos Hernández Tarazona, un joven aragonés de 22 años que ha logrado abatir el jabalí de su vida.

Marcos se disponía a controlar los daños que los jabalíes estaban haciendo en un campo de maíz propiedad de un amigo de la familia. Junto a su padre, se colocaron el pasado domingo cada uno en una punta del terreno afectado con la intención de dar con la piara que noche tras noche entraba al cultivo.

El joven cazador ya había intentado en una ocasión cazar un jabalí en la zona, pero no tuvo suerte. «Este era el segundo día que me ponía. Sabía que entraban jabalíes pero no me imaginaba que iba a poder disparar a uno como este», relata aún emocionado a Jara y Sedal.

Un ruido en el maizal

Si bien se mantuvo quieto y atento a lo que acontecía la noche de espera, no escuchó nada hasta hasta que, a las 23:45, solo 15 minutos antes de que finalizase el permiso de esperas del que disponía, un crujir en el interior del maizal aceleraba su pulso. «Eran varios, estaban dentro comiendo, pero ninguno salía al rastrojo en el que me había colocado», recuerda.

Unos minutos más tarde y cuando ya lo daba todo por perdido una pequeña rama partida muy cerca del joven delataba al gran macho: «No me lo podía creer. Un jabalí enorme y muy negro había salido al claro. Lo tenía a tan solo 15 metros».

El lance, a cámara lenta

Marcos tuvo que aprovechar los precavidos pasos del macareno para, poco a poco, ir encarando el arma. Sabía que un simple roce en su ropa podría echar al traste el lance de película que estaba protagonizando. Cuando lo tuvo metido en la cruz del visor gracias a la escasa luz de la luna, apretó el pulsado de la linterna para terminar de afinar su puntería. «Levantó la cabeza pero no le di tiempo a escapar», recuerda el joven.

El gran jabalí caía al suelo abatido de un certero disparo y el cazador, con el corazón en un puño, volvió a alumbrarlo para comprobar que no estaba soñando. El gran bulto del animal, con el pelaje aún húmedo de haberse bañado en el río cercano, llamaba poderosamente la atención en mitad del rastrojo.

El jabalí recién abatido. © M. H.

«Mi padre no se lo podía creer»

«Siempre decimos que aunque escuchemos un tiro no llamemos por teléfono por si le entrara otro al compañero, pero tenía que contárselo a mi padre». El joven buscaba rápido en su bolsillo el teléfono móvil para dar la noticia a su progenitor.

«Papá. He cazado un jabalí enorme. Por lo menos pesa 150 kilos», informó aún nervioso Marcos a su padre por teléfono. Este último no quiso creer las dimensiones que su hijo había estimado hasta que no lo vio en persona. «No se lo creía. Cuando lo vio se quedó sin palabras. Nunca habíamos cazado un jabalí tan grande en esta zona», asegura.

El animal arrojó la friolera de 157,5 kilos en la báscula

El peso alcanzado por el gran jabalí. © M. H.

Al día siguiente pesaron el gran animal en una nave que comercializan frutas. La báscula de la que disponían los cazadores tenía como tope 120 kilos y este los pasaba con creces.

La imagen del pesaje -157,5 kilos- junto a otras varias del joven junto al enorme animal pronto comenzaron a compartirse entre los grupos de WhtasApp de los cazadores de la zona. «Han venido los forestales a hacerle fotos y me ha llamado mucha gente para darme la enhorabuena», asegura Marcos a Jara y Sedal.

Marcos con el gran jabalí. © M. H.

En su pueblo nadie recuerda un jabalí cazado tan grande y los agentes forestales de la zona le han dicho que es el más voluminoso de la comarca cazado en los últimos años.

Ahora este joven trata de concentrarse en sus oposiciones para bombero como puede ya que, desde el pasado domingo, una y otra vez le viene el lance a la cabeza. No es para menos.