Un estudio científico con participación española ha revelado que los jabalíes de la península ibérica portan el parásito Blastocystis, con capacidad para transmitirse a humanos. El hallazgo, publicado en Veterinary Research, pone el foco en esta especie silvestre como reservorio zoonótico, lo que plantea nuevos retos para la salud pública, el mundo rural y el sector cinegético.

Un parásito con capacidad de afectar al ser humano

El estudio ha sido desarrollado por un equipo internacional de investigadores entre 2014 y 2021, con la participación de científicos españoles. Su objetivo ha sido analizar la presencia y diversidad genética del parásito Blastocystis en poblaciones de jabalíes silvestres en España y Portugal, un patógeno que puede provocar síntomas gastrointestinales tanto en animales como en personas, y que se transmite por vía fecal-oral.

Los resultados indican que el 15,3 % de los jabalíes analizados estaban infectados por este protozoo. En total, se estudiaron 459 muestras fecales: 360 procedentes de distintas zonas de España y 99 de Portugal. La prevalencia fue muy superior en el país vecino, con un 34,3 % de animales infectados, frente al 10 % detectado en territorio español.

Además de la incidencia, los investigadores encontraron hasta siete subtipos diferentes de Blastocystis, lo que revela una gran diversidad genética. Todos los animales infectados compartían un subtipo concreto, el ST5, que parece especialmente adaptado al organismo del jabalí y que también se encuentra habitualmente en el cerdo doméstico.

Un jabalí junto a ganado vacuno. © Shutterstock

Portugal muestra una mayor diversidad genética

Uno de los aspectos más destacados del estudio es la diferencia observada entre los jabalíes portugueses y los españoles. No solo presentan una mayor prevalencia del parásito, sino también una más alta diversidad genética, incluyendo casos de infecciones mixtas. Es decir, algunos ejemplares estaban colonizados por más de un subtipo simultáneamente.

Entre los subtipos hallados, destacan el ST10 y el ST14 por su potencial zoonótico, lo que significa que tienen capacidad para infectar al ser humano. Este hecho adquiere especial relevancia en zonas rurales o periurbanas donde los jabalíes entran en contacto con personas y animales domésticos, como ocurre durante la caza, el despiece o el manejo de cadáveres.

La similitud genética entre el ST5 de jabalíes y cerdos domésticos refuerza la teoría de una transmisión cruzada entre fauna silvestre y explotaciones ganaderas, lo que podría favorecer la aparición de brotes en humanos si no se adoptan medidas de control.

Una llamada a la vigilancia sanitaria

Los autores del estudio insisten en la necesidad de establecer programas de vigilancia más amplios y sistemáticos en las poblaciones de jabalíes y el ganado que convive con ellos. Estos programas deberían implicar muestreos periódicos y análisis genéticos detallados para detectar precozmente posibles riesgos de zoonosis.

En este contexto, subrayan la importancia de una colaboración estrecha entre cazadores, investigadores y autoridades sanitarias. La detección y seguimiento del parásito Blastocystis debe formar parte de una estrategia sanitaria integral, que contemple los principios del enfoque «Una Sola Salud», en el que la salud humana, animal y ambiental están interconectadas.

El estudio concluye que el jabalí ibérico juega un papel clave en la ecología de este parásito y lanza una advertencia clara: la interacción entre fauna silvestre y humanos debe gestionarse con rigor si se quiere evitar la propagación de enfermedades desde el medio natural hacia la población.

¿Qué debo hacer si soy cazador y abato un jabalí?

Un cazador junto a un jabalí recién abatido. © Israel Hernández

A la hora de abatir jabalíes, es fundamental que los cazadores adopten medidas de prevención para evitar contagiarse de parásitos como Blastocystis u otros. Una de las primeras recomendaciones es utilizar guantes durante el despiece y la manipulación de las vísceras, ya que el contacto directo con restos orgánicos infectados representa un riesgo. Además, es crucial evitar tocarse la cara, especialmente ojos y boca, durante el proceso.

La carne debe ser inspeccionada cuidadosamente y conservarse refrigerada hasta su cocinado. El consumo debe realizarse siempre tras una cocción completa, ya que el calor elimina posibles parásitos. También se recomienda limpiar y desinfectar adecuadamente todos los utensilios utilizados, así como lavarse bien las manos con agua caliente y jabón.

Por último, es importante realizar análisis veterinarios -obligatorios para evitar otros riesgos como la triquinelosis– y respetar las indicaciones sanitarias que rigen en cada comunidad autónoma respecto a la manipulación de fauna silvestre.

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