La Fundación Artemisan considera imprescindible que el sector cinegético se implique en la monitorización de las poblaciones y apuesta por una gestión del conejo adaptada a la realidad de cada zona.

17/12/2019 | FUNDACIÓN ARTEMISAN

La Fundación Artemisan considera imprescindible que dentro de la futura estrategia global de recuperación del conejo se tenga en cuenta que esa gestión debe adaptarse a la realidad de esta especie en cada zona, puesto que hay grandes diferencias en cuanto a su situación según la comarca analizada.

Y es que la semana pasada se conoció que el conejo ha sido catalogado como especie «en peligro» según la Lista Roja de Especies Amenazadas que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Una de las tareas de la UICN es evaluar mediante información científica el estado de conservación de las especies animales de todo el mundo, es decir, saber si están bien o si por el contrario deben de considerarse como especies vulnerables o en peligro.  

Para Artemisan esta nueva catalogación del conejo no es sorprendente, puesto que la especie ha desaparecido en muchos territorios, mientras que en otros las densidades son muy bajas. Así, algunos estudios realizados en Andalucía apuntan a que se han perdido en muchos lugares entre un 60-80% de los conejos y hay casos llamativos de amplias zonas de territorio en los que la especie se encuentra en mínimos históricos (como en Extremadura, Castilla-La Mancha y la propia Andalucía). Esto contrasta con las sobredensidades (en algunos casos consideradas plagas) de conejo que asolan zonas agrícolas y con la expansión de la especie a través de autovías y líneas del tren; de hecho, entre 2000 y 2013 se han incrementado exponencialmente los daños agrícolas por conejo de monte en la mitad sur Peninsular, y los estragos han llegado también a otros territorios como Madrid, Castilla y León y Aragón. 

A la hora de analizar la realidad del conejo en España, hay que tener en cuenta que se trata de una especie muy particular, que puede no existir en un coto y ser una plaga en el coto colindante. Además, si sumáramos la superficie de nuestro territorio en la que hay plagas, sería bastante inferior al territorio en el que es muy escaso o inexistente. 

En cualquier caso, confiamos en que la Administración y ciertas organizaciones ecologistas no aprovechen esta catalogación para promover medidas que impidan su gestión y su caza. En este sentido, no se puede olvidar que el cuidado del conejo debe diseñarse también de manera local, dada la capacidad que tiene de reproducirse esta especie cuando las condiciones ambientales y la gestión que se hace le son favorables y, sobre todo, cuando las enfermedades le «dejan» vivir. 

Ante esta situación la Fundación Artemisan considera que es necesario seguir gestionando y conservando las poblaciones, para que podamos seguir cazando y para mantener a otras especies que lo necesitan. Sobre todo porque actualmente el sector cinegético es uno de los más implicados en la conservación de especies cinegéticas pero también de otras como el águila imperial y lince ibérico, a través del cuidado de los conejos y otras especies. 

En segundo lugar, Artemisan cree imprescindible que el sector de la caza se implique en la monitorización de la especie. Para ello la Fundación pondrá en marcha en breve Observatorio Cinegético. Muchos cotos ya hacen esa monitorización, pero desde Artemisan se pretende vertebrar todos estos esfuerzos y darles una validez científica.  Por último, los cazadores deben llevar a cabo una caza adaptativa en función de las poblaciones de conejos que tengan en cada coto.

La Fundación Artemisan pide a las Administraciones y colectivos implicados que sean ambiciosos en la conservación del conejo y que se tenga en cuenta el papel de los cazadores y gestores, en muchos casos únicos garantes de la existencia de la especie en amplios territorios de nuestra geografía. 

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