El ganadero de bravo José Montes, quien poseía una explotación con 300 cabezas de animales bravos -entre machos y hembras- en las cercanías del municipio toledano de Noez, ha tenido que mandar a todas sus reses al matadero. ¿El motivo? Contrajeron la tuberculosis a través de los jabalíes y corzos que se colaron a su finca. Según denuncia el propio criador hay una «sobrepoblación» de estas especies, algo que se puede controlar con la actividad cinegética y el control de estos animales silvestres.

Con esos 300 animales enviados al matadero no solo se van miles de kilos de carne que la Administración le pagará a 700 euros por cabeza, sino un trabajo genético que había conseguido para buscar la bravura y clase en la embestida de sus toros en las últimas dos décadas, ya que incluso los sementales han tenido que ser sacrificados. Entre otras reses, tenía animales de procedencias tan contrastadas como las de Núñez del Cuvillo, Las Ramblas, El Vellosino o El Freixo, ganaderías todas ellas de primer orden en el mundo taurino.

«Llevo unos dos años y medio que en todos los saneamientos vienen saliendo animales positivos a la prueba que se les realiza de la tuberculosis, y en la última actuación, que fue el pasado mes de julio, se desbordó la positividad y salieron casi un 40% de animales positivos a esta prueba», señala Montes; por ello, debió enviar al matadero en los siguientes meses a sus animales.

Jabalíes y corzos se colaban a beber en su finca

«El motivo de la proliferación de la enfermedad es que, en la zona de Noez y Casasbuenas, que es donde estaba ubicada la ganadería, el único sitio en el que hay agua en verano es en mi finca. Hay mucho corzo y jabalí que acude a beber al lugar, por ello, el aumento progresivo de los animales silvestres ha provocado que crezca de forma exponencial y continuada el número de animales positivos a la prueba», sigue detallando Montes.

Todo ello contribuyó al resultado final que se dio en el último saneamiento: tras dar positivo un 40% aproximadamente, la Administración ordenó el vacío sanitario. «Son momentos muy duros, la totalidad de la ganadería se ha llevado al matadero. Aquí había unas 300 cabezas de ganado y pese a que algunas no dieron positivo, el protocolo obligaba al sacrificio de todas ellas», se lamenta.

Montes hace un llamamiento a la Administración para que se tomen medidas contra la fauna silvestre y se intente llevar a cabo un control cinegético adecuado para evitar situaciones así. «Estos animales hacen gateras y portillos, se cuelan en mi finca y me infectan al ganado. Yo puedo hacer todos los controles del mundo, pero si en mi finca entran animales con la enfermedad poco puedo hacer», concluye Montes.