Franz-Albrecht, el conocido cazador protagonista de numerosos vídeos de la serie Wild Boar Fever, ha cazado dos corzos de infarto. Y lo ha hecho dentro de nuestras fronteras. Acompañado del cazador profesional Ramón Valentín-Gamazo, representante de la empresa Bigtrophy, ha conseguido hacerse en en un coto de Soria con dos de esos machos que quitan el hipo.

Hace tiempo que Ramón y Franz-Albrecht se seguían mutuamente en redes sociales y un día comenzaron a hablar. Tras un tiempo en contacto, la posibilidad de cazar un gran corzo en España llevó al alemán a contactar de nuevo con el orgánico español y, finalmente, junto s emprendieron un viaje a tierras sorianas para tratar de dar con algunos de los mejores animales que Valentín-Gamazo tenía localizados.

«Aunque iba a venir algo tarde, porque ya era mayo, justo cuando llegó hizo una mañana espectacular ya que había llovido la noche anterior», detalla Ramón sobre la jornada inicial tras los duendes del bosque.

El primer corzo, un viejo macho con un tremendo trofeo

El primer animal que Franz-Albrecht abatió fue a primera hora de la mañana. Se trataba de un viejo corzo con una destacable cuerna: «Hicimos una entrada perfecta; había una corza comiendo y nos pusimos a unos 70 metros de ella. De repente, la corza nos localizó y empezó a correr hacia el monte. Efectivamente, tras ella salió el macho», explica Ramón. «En cuanto lo vi, me percaté de que era ese corzo al 100%», señala sobre un macho que ya había localizado semanas antes.

En ese momento, Franz-Albrecht estaba preparado con el trípode, «porque es un cazador muy hábil» -puntualiza el orgánico-, y antes de que entrase al monte «le dimos un ladrido y se paró a un metro» de la frondosidad de la vegetación. El cazador protagonizó un disparo «perfecto». «Tras él, el animal entró en el monte, pero le dejamos unos minutos más y luego lo encontramos abatido», relata.

Franz-Albercht con el primer corzo. © R. V.

Sobre el trofeo de esta pieza, explica que es «muy simétrico, con unas bases increíbles debido a su edad, porque parecía muy adulto». Tenía unos 6 años de edad, algo que Ramón comprobó «por su espectacular desgaste en los dientes».

Ramón y su perro junto al primer gran corzo abatido por Franz-Albrecht. © R.V.

El segundo corzo: otro tremendo ejemplar

Ramón Valentín-Gamazo continúa explicando que «fue un día súper completo». «Nos hicimos con ese primer animal a las 9:00 horas de la mañana y nos cambiamos a otro coto». Por la tarde, el orgánico llamó al cazador y le dijo que estaba empezando a llover, «y siempre que llueve hay buena suerte», explica. «Mientras estábamos cazando, vimos una nube negra que venía; a los tres minutos, de repente, comprobamos cómo nos entró y nos cayó una cortina de agua que nos empapó enteros. Luego, paró radicalmente y en cuanto cesó, los corzos salieron como los caracoles», narra el orgánico.

A lo lejos, vieron entonces dos corzos pegándose en la siembra, echando uno a otro, y cuando los miraron por los prismáticos, comprobaron que estaban a 800 metros: «Había uno claramente que era más grande, con unas hechuras y un cuello tremendos, por lo que nos acercamos a él poco a poco y cuando estábamos a poca distancia, y a pesar de que la luz se iba yendo, le dije a Franz que había que intentarlo». Así lo hicieron.

Franz-Albrecht y el segundo corzo que consiguieron recechar. © R. V.

«Le hicimos una entrada de libro»

Era un corzo «que nunca había visto, que no tenía localizado», sigue narrando Ramón. Éste estaba en un valle y «nosotros en el lado contrario, por lo que rápidamente hicimos una entrada en medio del monte hasta lograr colocarnos a 250 metros», añade el cazador español. «Le hicimos una entrada de libro, y conseguimos recortar hasta ponernos a media ladera, en una especie de balcón», sigue relatando.

El corzo no les había visto, por lo que esperaron a que les diera el flanco. «El cazador se tumbó en el suelo, puso el bípode y acertó a la primera», explica el orgánico. Y narra que, inmediatamente, salió un guarro enorme al que también disparó, pero este no lograron cobrarlo.

Sobre el trofeo de este segundo cérvido, explica que «tenía una punta extra y un grosor espectacular». Las fotos y el vídeo que pudieron grabar tras el lance demuestran que también se trataba de otro de esos machos que nunca se olvidan.

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Corzo y prismáticos Steiner. © Shutterstock y BBI

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