Andrés Delgado de la Cruz, cazador fallecido la pasada semana con 92 años de edad y natural de Corte de Peleas (Badajoz), fue «un ejemplo» para familia y compañeros. Por eso su nieto, José Andrés Cardoso Delgado, natural también de este municipio pacense, ha querido ofrecer unas palabras de homenaje a su abuelo tanto en la redacción de Jara y Sedal como en las redes sociales y honrar así su memoria.

Y no solamente de él, sino de todas las personas mayores, especialmente de aquellas que aman el mundo cinegético y que han enseñado a las nuevas generaciones a respetar y cuidar el mundo rural: «Ellos nos enseñaron a andar, y no hay que abandonarles», explica este artista plástico que en la actualidad está preparando una exposición de pintura que se inaugurará en la Feria de Caza de Potes y que pasará por Extremadura y Andalucía.

¿Cómo era Andrés Delgado?

Su abuelo, en un acto de JOCAEX. © A. D.

Andrés Delgado de la Cruz acompañaba a José Andrés a gran parte de las cacerías a las que acudía hasta que la salud se lo impidió: «Mi abuelo cazaba de toda la vida; antiguamente se cazaba para comer, no por afición. Él cazaba en Tierra de Barros, no es una zona de monte, sino de olivo, en la que se ha practicado esta actividad y se ha abatido mucho el conejo, la liebre y la perdiz. Mi familia ha sido siempre humilde, y por eso he aprendido mucho esos valores», expone el joven.

«Mi abuelo era pocero, y además vivía de rebuscar espárragos, aceitunas, uvas, pescaba cangrejos y los vendía… y en la evolución de su vida también tuvo un vínculo especial con la caza», pone en valor, explicando todos aquellos consejos que le ofreció y que le sirven para poder avanzar en su día a día. «Los últimos pasos que yo recuerdo con él es junto a mi tío Francisco cazando zorzales, y la última vez que tuve una interacción con mi abuelo es tirando al plato con él», explica.

Con 80 años sufrió un ictus

El joven con su abuelo. © A. D.

Tras ello, fue haciéndose mayor y eso le imposibilitó más poder cazar; con 80 años sufrió un ictus que ‘le tocó’ el equilibrio. «A partir de ahí, yo siempre le he intentado acercar la caza. Él siempre vivía de mis historias, de mis viajes, ya que he cazado en el Teide, en Picos de Europa, en Pirineos… y le hacía videollamadas. Uno de sus sueños era ir a una montería, me lo llevé a una de ellas y la disfrutó como nadie», asegura su nieto.

abuelo cazador
El joven con su abuelo de montería. © A. D.

Recuerda que «solamente ver su cara cuando llegaba, era para disfrutar. Cazar es mucho más que abatir un animal y hay una cosa que siempre se mantiene viva, igual que los trofeos, que es la historia, la cacería y las sensaciones: eso mi abuelo lo llevaba dentro», concluye el joven.

El joven junto a su abuelo en una feria de caza. © A. D.

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