El próximo sábado, 7 de septiembre, el Ayuntamiento de Etxalar (Navarra) llevará a cabo la subasta anual de las palomeras del collado de Yarmendi. Este evento, que representa una conocida tradición en la localidad, atrae cada año a numerosos aficionados a la caza que compiten por adjudicarse uno de los codiciados puestos de caza de palomas con escopeta en este lugar privilegiado.

Acercándose ya al fin de la época más calurosa del año, Etxalar se prepara para la subasta de sus puestos de caza. Desde el momento en que se adjudican estos hasta el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, los cazadores podrán practicar la caza de las torcaces que emigran hacia el sur.

La caza de torcaces en las palomeras de Etxalar, una tradición que viene del Siglo XIV.
La caza de torcaces en las palomeras de Etxalar, una tradición que viene del Siglo XIV.

Detalles de la subasta

Este año, se subastarán un total de 21 puestos por un valor total de 39.050 euros, una suma significativa para las arcas municipales. Los dos puestos más cotizados tienen un precio de salida de 3.849 euros cada uno, seguidos por otros dos a 2.625 euros y tres a 2.603 euros. Los precios varían según la calidad y ubicación de los puestos, con los más baratos comenzando en 422 euros cada uno.

En estos puestos, la caza se realiza con escopeta, pero los cazadores deben esperar a que las redes hagan su trabajo antes de disparar. Los toques de una vieja corneta indican el momento adecuado para disparar a las aves que logran escapar de las redes.

La caza con red: una tradición única

Un experimentado palomero justo en el instante en el que lanza la paleta que simula el vuelo de un predador como el halcón peregrino. © Ayuntamiento de Etxalar.
Un experimentado palomero justo en el instante en el que lanza la paleta que simula el vuelo de un predador como el halcón peregrino. © Ayuntamiento de Etxalar.

Etxalar es conocido por ser uno de los últimos lugares en el lado español del Pirineo donde se practica la caza de palomas con red, una técnica que comparte con otros nueve municipios de las regiones históricas de Laburdi y Baja Navarra. Según la leyenda, esta práctica fue inventada por un fraile de Roncesvalles que observó cómo las palomas descendían asustadas por piedras blancas lanzadas por un pastor, lo que le llevó a idear el uso de redes para atraparlas. Esta tradición ha perdurado durante casi siete siglos.

Las palomeras están situadas en lo alto del monte, más allá del austero caserío de Etxalar, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil vasca. En el paraje conocido como Usategieta o Palomeras, se encuentra todo el entramado necesario para la caza de las torcaces. Las redes, con nombres como Elutsa, Miarra, Lakaina, Kalamua, Monua y Fortuna, y las torres desde las que se agitan trapos y paletas para simular aves de presa, forman un sistema que funciona como un reloj suizo.

Un hombre toca la corneta.
Un hombre toca la corneta.

Desde finales de septiembre y especialmente en octubre, cuando la migración de las aves hacia el sur está en su apogeo, los habitantes de Etxalar y otros pueblos del Bidasoa viven pendientes de la caza y de los vientos que influyen en el vuelo de las palomas. En el collado, cuando alguien divisa una bandada, toda la comunidad de las redes se pone en acción. Se agitan los trapos y se lanzan las paletas para dirigir el bando hacia las redes. El redero más experto observa y, en el momento oportuno, suelta el tope para que la malla caiga sobre las palomas. El toque del cornetín autoriza a los cazadores de escopeta a disparar. Es su turno y ahora son muchos los que desean poder adquirir uno de esos puestos en los que volver a vivir lances de ensueño en un lugar cargado de tradición.