La propuesta de la Comisión Europea para la prohibición total de la caza (y la pesca) en una nueva categoría de áreas estrictamente protegidas que cubren el 10% del territorio europeo se ha considerado una medida injustificada para detener pérdida de biodiversidad, después de un año de intensos debates con los Estados miembros.
El primer borrador propuesto por la Comisión Europea incluía la caza (y la pesca) en la misma categoría que la ‘minería’, considerando que estas actividades eran incompatibles con áreas estrictamente protegidas. Esto creó una fuerte oposición en muchas partes de Europa, así como para muchos miembros del Parlamento Europeo, con los que la RFEC a través de FACE trasladó la importancia ecológica y socioeconómica de la actividad cinegética.
Para los organismos representantes del sector esto representa una victoria por poner en valor la importancia de la caza y los cazadores. El Consejo Internacional para la Conservación de la Caza y la Vida Silvestre (CIC) ha estado estrechamente coordinado con FACE en este asunto, incluyendo comunicaciones con los jefes de Delegación del CIC, los Estados Miembros del CIC, los directores de Caza de la UE, y el Grupo de Especialistas en Uso Sostenible y Medios de Vida (SULi) de la UICN, para asegurar que se escucharan a los sectores y se evitaran las implicaciones negativas de un texto que atacaba a la actividad cinegética con falsedades.
El presidente de la RFEC, Manuel Gallardo, ha valorado muy positivamente la medida adoptada por los estados miembros, ya que «la caza no altera los procesos naturales de estos tipos de hábitats. Por el contrario, los esfuerzos de conservación de los cazadores son importantes en la gestión de estas áreas protegidas y fundamental para asegurar el apoyo comunitario y los esfuerzos de conservación a nivel local».
Estrategia de Biodiversidad 2030
La polémica medida, enmarcada dentro de la Estrategia de Biodiversidad para 2030, tenía como objetivo preservar la integridad de las áreas de abundante biodiversidad con un enfoque particular en los ecosistemas ricos en carbono como las turberas y los bosques antiguos.
Este trabajo reciente sobre áreas estrictamente protegidas exige una red coherente de áreas protegidas que cubra el 30% de la UE, de las cuales el 10% estará bajo estricta protección. Los criterios y las orientaciones no son vinculantes y tienen como objetivo ayudar a los Estados miembros a cumplir el compromiso político.
El siguiente paso será que los Estados miembros se comprometan a alcanzar los objetivos del 30% y el 10% utilizando las redes de áreas protegidas existentes o nuevas designaciones si es necesario. Pase lo que pase, la mayor probabilidad de éxito se logrará integrando explícitamente a la población local en la conservación de los sitios.
La experiencia global de las áreas protegidas ha demostrado que el nivel de protección no es el factor clave para detener la pérdida de biodiversidad, sino más bien el trabajo de la población local y el mantenimiento de los beneficios culturales y de subsistencia.