El cazador vallisoletano Álvaro Gil vivió, hace varios fines de semana, una de las jornadas de caza más relevantes de su vida ya que tuvo la oportunidad de abatir el jabalí más grande de su trayectoria cinegética en una noche de espera en su coto social.
Al animal, de 108 kilos de peso, con unas enormes navajas y que probablemente será medalla de plata, lo había podido controlar en cuatro ocasiones previas, pero no lograba darle caza, por eso trazó una estrategia peculiar: decidió ponerse en su camino y, en una de las ocasiones en las que el jabalí acudió a un arroyo, logró abatirlo.
Así fue el apasionante lance para hacerse con este macareno
Gil ha narrado a Jara y Sedal cómo fueron los pasos previos para hacerse con este macareno, uno de los más grandes de esta temporada y del que destaca que «es importante para este coto, que no es de monte, y en el que sí hay hembras de mucho peso, pero no machos y más con trofeos similares».
Gil narra que incluso había fallado en su intento de cazarle hasta en tres ocasiones. «A través de cámaras conozco las querencias de los animales y, al ver que no entraban en los cebaderos, decidí ponerme en mitad de los pasos al agua», comienza explicando. «A este animal lo había visto cuatro veces; en dos le había encendido el foco y no me dio tiempo a dispararle y en otra apreté el gatillo a veinte metros y… lo fallé», se lamenta el cazador pucelano.
Un guarro que le «quitó el sueño» varias noches. El cazador afirma que «no dormía por las noches» pensando en este enorme macareno de casi 110 kilos. «Aquel día, ya desesperado porque en tres ocasiones antes no había podido abatirlo, me fui entre dos luces a ver si daba con él y logré verlo. Se estaba bañando en el río, salió y, a unos 120 metros, lo metí en el visor y disparé».
Un rastreo de infarto. La bala impactó en la parte alta del lomo del animal, hecho por el cual pudo salir hacia un zarzal: «Se levantó y se fue a rastras allí, por lo que se dificultó el cobro». Entonces, Álvaro entendió que debía tener la ayuda de un compañero, por eso llamó a un amigo que le ayudó a cortar las ramas para llegar al jabalí y rematar de un nuevo disparo la pieza. «Sacarlo de la zarza fue una película», describe Álvaro.
Finalmente, la ardua noche de espera tuvo su recompensa en este animal, «que probablemente será medalla de plata» porque, además de la largura de los colmillos, éstos tienen 2,5 centímetros de ancho. Durante el lance, el cazador utilizó un rifle Remington 770 en calibre .30-06 Springfield con bala Winchester Ballistic Silvertip de 168 grains.