No alcanzan más porque todos los calibres de escopeta desarrollan una velocidad muy similar. Ni tampoco plomean más “cerrado” porque el plomeo no depende del calibre, sino principalmente del choke, entre otros factores relacionados con la calidad de la munición y del arma.
Los perdigones que contienen los cartuchos de cualquier calibre no son exactamente esféricos ni pesan igual, aunque nos parezcan idénticos. Como consecuencia, el aire ejerce sobre cada perdigón una fuerza de rozamiento distinta que determina que los más pesados y esféricos se desvíen muy poco de la línea recta mientras que los más deformes y ligeros se separan y retrasan, originándose lo que denominamos plomeo: la distribución longitudinal y transversal de la carga a medida que se aleja del cañón.
Pues bien, el choke sirve para mejorar el plomeo de los cañones cilíndricos. Es una reducción del calibre en la boca de fuego en la que se frena un poco el taco para que los perdigones se separen y salgan al exterior sin que los dispersen los gases de combustión, que viajan detrás a gran velocidad.
Tradicionalmente, las escopetas se han hecho con 4 grados de choke (además del cilíndrico) que se definen por el tanto por ciento de perdigones que contiene el cartucho que impactan en un blanco circular de 75 cm situado a 35 metros. Así para el calibre 20 y superior, con el choke full más del 70% de los perdigones alcanzan el blanco.
Y como normalmente las escopetas del 12 cargan más perdigones que las del 16, los plomeos que consiguen las del 12 son, a igualdad de choke, más compactos. Haciendo pruebas de plomeo sí se observa que fuera del círculo de 35 cm hay más impactos porque, lógicamente, la carga del 12 también contiene una mayor proporción de perdigones más deformes.