Por Carlos Díez y Carlos Sánchez (doctores en Veterinaria / Ciencia y Caza)
Un artículo científico publicado en marzo de 2020 describió por primera vez en España un caso clínico de la enfermedad de Aujezsky en 13 perros de caza tras el contacto con un jabalí en Galicia. Poco antes, en febrero, los servicios veterinarios oficiales del Gobierno de Navarra habían notificado la muerte de cuatro perros de caza por esta enfermedad. También conocida como pseudorrabia por la similitud de algunos de sus síntomas con la propia rabia, se trata un proceso vírico causado por un herpesvirus, que se caracterizan por su preferencia por el tejido nervioso, por su capacidad de mantenerse latentes sin causar síntomas clínicos y por afectar a un amplio rango de especies animales.
Se consideran reservorios naturales de la enfermedad a los suidos, tanto domésticos como silvestres, esto es, al cerdo doméstico y al jabalí. Sin embargo, cuenta con un amplio rango de animales que pueden ser susceptibles, entre los que se incluyen rumiantes, tanto domésticos como silvestres, como la oveja, vaca y el ciervo, carnívoros como el perro, el gato o el propio lince ibérico y lagomorfos como el conejo, entre otros.
Debido sus repercusiones sanitarias y económicas existe un programa de control y erradicación para el cerdo doméstico que ha logrado importantes éxitos hasta casi lograr su total eliminación en la cabaña ganadera porcina. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un ligero repunte en las tasas de prevalencia en las poblaciones de jabalí. En el momento actual, el porcentaje de animales silvestres seropositivos a este virus supera, de media, el 30%, con territorios que incluso llegan a alcanzar el 75%, lo que supone un notable motivo de preocupación para las autoridades sanitarias por el riesgo para el ganado porcino, principalmente extensivo, asociado además al crecimiento exponencial que están presentando las poblaciones de jabalí en los últimos años.
¿Cómo afecta a los cochinos?
A pesar de que pueden producirse altas mortalidades cuando la enfermedad afecta por primera vez a una población silvestre, lo habitual es que se convierta en un proceso endémico donde el virus circula sin apenas provocar síntomas, aunque los jabalíes pueden contagiar a otros animales. Además, los ejemplares que se infectan van a mantenerse como portadores durante toda su vida. Estos portadores pueden desarrollar síntomas clínicos ante la aparición de factores de estrés que comprometan su estado inmunitario, entre los que se incluyen enfermedades secundarias, alteraciones en el hábitat, cambios bruscos en las condiciones ambientales o limitación en la disponibilidad de recursos. La gravedad del proceso va a depender fundamentalmente de la edad y la condición del animal afectado.
Los cuadros clínicos descritos en el cerdo doméstico son los siguientes. En animales de menos de dos semanas de edad la mortalidad es cercana al 100% en menos de una semana, y síntomas como dificultad respiratoria, fiebre, vómitos, diarrea o convulsiones. En ejemplares menores de tres meses la mortalidad disminuye al 50% y los síntomas, que duran entre cinco y diez días, de menor gravedad. En adultos la tasa de mortalidad se reduce hasta un 5%, predominando los síntomas respiratorios frente a los nerviosos.
¿Cómo afecta a los perros?
Se trata de una enfermedad mortal para la que no existe tratamiento, ni tampoco vacunas que se pudieran emplear de forma preventiva en nuestros compañeros de caza. La vía de contagio principal es a través de la ingesta de carne de jabalí, de manera los perros de caza mayor son considerados como un grupo de riesgo. Los agarres en monterías o el consumo de restos, suponen puntos críticos para el control de la enfermedad. Afortunadamente no es una zoonosis, es decir, no afecta al ser humano.
A pesar de que, al menos en las primeras etapas, el diagnóstico puede resultar complejo, aspectos relacionados con la participación en cacerías y el contacto con jabalíes en la semana anterior a su presentación pueden ayudarnos a sospechar de la presencia de esta enfermedad. Tras la infección el periodo de incubación es corto, normalmente menor de una semana, hasta que comienzan a aparecer los primeros síntomas, que se caracterizan principalmente por un intenso picor repentino asociado a un punto concreto, normalmente en la cabeza, relacionado con el punto de entrada del virus. Esto hace que los animales se rasquen de forma constante hasta provocarse importantes lesiones. A medida que la enfermedad avanza el perro presenta síntomas nerviosos como vocalizaciones o alteraciones en el comportamiento que podrían confundirse con una intoxicación o con la propia rabia. También pueden aparecer otros como dificultad respiratoria, vómitos o diarrea. Todo desemboca en su muerte en pocos días. Ante este cuadro clínico tan grave y doloroso y la ausencia de un tratamiento eficaz es necesario recurrir a la eutanasia para evitar el sufrimiento del perro.
¿Podemos hacer algo para proteger a nuestros perros?
Como no existe un tratamiento efectivo ni vacunas preventivas, es fundamental tratar de reducir, en la medida de lo posible, el riesgo de contagio con una serie de recomendaciones básicas entre las que se incluyen las siguientes:
- Evitar que los perros tengan un contacto prolongado con los jabalíes abatidos o que muerdan la pieza una vez cobrada
- Evitar alimentar a nuestros perros con restos, crudos o escasamente cocinados, de jabalíes. Se trata de un virus que cuenta con una elevada resitencia, tanto a la congelación como a las temperaturas elevadas, durante largos periodos de tiempo.
- Evitar que los perros pudieran consumir carroña de jabalíes que pudieran encontrarse muertos en el campo, puesto que, por la misma razón, el virus puede ser infeccioso durante periodos prolongados en esos restos.
- Es importante saber que cuando se confirma algún caso en un determinado territorio existe un especial riesgo de que se repitan, puesto son indicativos de la circulación del virus en las poblaciones silvestres de jabalí.
¿Cuántos jabalíes infectados hay en España?
El Programa Nacional de Vigilancia Epidemiológica del jabalí ha publicado en su informe de 2021 un mapa con la presencia de la enfermedad de Aujezsky en jabalíes silvestres en 2019: «De manera global se puede considerar que la seroprevalencia estimada en base a los resultados del presente programa de la EA en jabalíes silvestres ha permanecido estable o con ligeras variaciones durante los últimos años, en torno al 30,60%. En general, esta situación es comparable a lo que está ocurriendo en poblaciones de jabalíes del resto de Europa. En el siguiente mapa se representa el porcentaje de jabalíes positivos a serología sobre el total de animales muestreados a nivel provincial».