El primer animal, al que luego han seguido dos más, fue descubierto por varios investigadores durante unas labores rutinarias de rastreo y muestreo de poblaciones. No se conocen casos de contagio a humanos, aunque para evitar riesgos Noruega va a redoblar sus controles sanitarios para la carne que exporta.
11/7/2016 | Redacción JyS

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La CWD ya se había registrado en Estados Unidos y Corea del Sur, pero nunca en Europa. /Wisconsin Department of Natural Resources 

Según informa la revista alemana Jägermagazin, el pasado mes de marzo se descubrió el primer caso de encefalopatía espongiforme  –o lo que es lo mismo, la enfermedad de las vacas locas– en animales salvajes en Europa. Ya se habían registrado casos parecidos en en Norteamérica y Corea del Sur, pero nunca en nuestro continente. Concretamente, según confirmaba el Instituto de Seguridad Alimentaria de Noruega, se trataba de una hembra de reno de dos años y medio de edad. Más tarde se han descubierto otros dos casos de hembras preñadas a muchos kilómetros del lugar de la primera aparición.
El primer caso de CWD –Chronic Wasting Disease–, como se llama en inglés este tipo de encefalopatía, se detectó en un ejemplar que habitaba junto a una manada en el noroeste del país. El grupo era seguido por las autoridades para su control. Entonces detectaron una anomalía, el animal se separó del resto y murió poco después de que llegaran los expertos al lugar. Al principio no mostraba síntomas aparentes de estar enfermo, pero cuando fue sometido a un cierto estrés –los investigadores estaban intentando localizar a las hembras preñadas del rebaño en un helicóptero–, se detectó que realizaba movimientos extraños. El cuerpo del ejemplar fue trasladado al citado Instituto para ser sometido a la autopsia.

La encefalopatía espongiforme en cérvidos se confirma

Fue en ese momento, al realizar el análisis, cuando los científicos se dieron cuenta de varios aspectos. El cadáver del animal presentaba roturas musculares y hemorragias internas, edema pulmonar y problemas de circulación. No había rastros de parásitos ni microorganismos extraños, aun así se tomaron muestras para evaluar un posible contagio de EET (Encefalopatías Espongiformes Transmisibles).
Este análisis, llevado a cabo por el Norwegian Veterinary Institute –Instituto Noruego de Veterinaria-, fue el que sacó a la luz el caso, confirmando el positivo de encefalopatía espongiforme. Ellos mismos, el 1 de abril alertaron a las autoridades de seguridad alimentaria del país.
Aun así, las autoridades de Noruega, no consideran que haya peligro para los humanos, y aseguran que el consumo de esta carne es seguro. Para estas afirmaciones se basan en diversos estudios internacionales que no han sido capaces de encontrar conexión alguna entre el CWD y enfermedades en humanos.
Por otro lado, Noruega, que apenas exporta carne de reno (en 2015 fueron 2059 kg), y la que exporta es carne de criada en granjas, asegura que se tomaran más precauciones y se realizarán aún más controles para evitar más contagios entre animales, y sobre todo a humanos. Los esfuerzos se redoblarán a partir de agosto, época en la que empieza la temporada de caza de renos.

¿Cómo afecta la CWD a los cérvidos?

Según la revista Nature, esta enfermedad es altamente contagiosa y mortal entre los cérvidos. Se trata de una alteración de unas células proteínicas llamadas priones. Estas proteínas cambian su forma hasta transformarse en algo anómalo que se transmite a las otras células de su alrededor. Estas células atacan al cerebro y causan la pérdida de peso, problemas de coordinación y cambios de comportamiento. Aún no se ha encontrado cura para esta enfermedad, por lo que es letal.
Aunque aún no se conocen casos de contagios a humanos, sí que tiene un alto grado de transmisión entre los ciervos, los alces y otros cérvidos, que se pasan la enfermedad a través de su saliva, orina y heces.
“Es preocupante, desde luego, pero sobre todo para las especies salvajes. Es una enfermedad desagradable”, afirma a Nature Sylvie Benestad, la investigadora de enfermedades animales del Instituto Noruego de Veterinaria que descubrió el caso junto a Turid Vikøren. “La cuestión es cómo ha podido llegar la enfermedad a Europa”, se pregunta Glenn Telling, investigadora que centra su trabajo en la Universidad de Colorado en la investigación sobre los priones.