Por Ángela Medina (veterinaria) 

Después de uno de esos días de perdices rompiendo piernas, de una temporada sin mucha percha pero con mucha entraña, notas cosas raras en tu perro de caza. A veces camina a saltos, levantando el trasero; otras cojea mientras echa uno de los remos hacia fuera; también le cuesta subir al coche y en las escaleras se detiene.

Todo terminará con el perro de caza tumbado sin poder levantarse porque el dolor no le permitirá andar. Al veterinario le bastará una radiografía para confirmar lo que ya sospecha: los huesos de la cadera están fuera de su sitio. ¿Eso es malo? Sí, por los dolores que implica. Y podría ser peor si no se detecta y soluciona a tiempo.

Cuando el engranaje falla…

A este mal que aqueja a tu perro de caza se le denomina displasia de cadera. Su explicación es más sencilla si piensas en el mecanismo de la rótula: la bola encaja de forma perfecta dentro de la cavidad sobre la que se desliza, lo que permite el movimiento, aguantar el peso, girar hacia la derecha o la izquierda…

Todo ello, gracias a un líquido que engrasa la articulación y evita la irritación y el dolor por fricción. En el caso de la cadera, la cabeza del fémur sería la rótula que encaja en el acetábulo –el hueco– como un perfecto rompecabezas, unidos por músculos y ligamentos y con su correspondiente lubricante. Si este engranaje se desacopla y pierde su superficie de contacto natural el líquido se pierde, al tiempo que comienza un roce que irrita e inflama el hueso. El desgaste provoca un dolor que puede ser incapacitante.

La edad de los perros de caza no es un factor

Esta enfermedad no aparece en un momento determinado de la vida del perro: canes viejos, jóvenes o cachorros pueden padecerla. Sí es cierto que algunas razas son más propensas que otras, sobre todo las de tallas medias y grandes. Y también es una enfermedad hereditaria.

Hay portadores que pueden tener los síntomas y, lo que es peor, otros que, padeciéndola, no la manifiestan y pueden transmitirla a su descendencia. De ahí la importancia, al criar, de descartar a los portadores especialmente los que no demuestran signos aparentes.

¿Cómo se cura la displaxia de cadera de un perro?

La cura dependerá de la gravedad y del cuadro. El veterinario determinará la mejor manera de abordar el problema que, muchas veces e inevitablemente, pasa por el quirófano con excelentes resultados, aunque no es barato. En otros casos la única alternativa es medicar a tu perro de caza con antiinflamatorios y protectores del cartílago y manteniendo unas escrupulosas medidas de higiene y enfermería que, si no eliminan el problema, al menos lo hacen soportable.

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