Un reciente estudio de la Universidad de Córdoba y el Instituto de Salud Carlos III ha revelado que el 8,9% de los lagomorfos silvestres analizados tiene anticuerpos contra Coxiella burnetii, un patógeno zoonósico de distribución mundial causante de la enfermedad conocido como fiebre Q, que puede afectar a los humanos.
Si bien se conocía que puede infectar a una amplia gama de especies silvestres y domésticas, poca atención se había prestado al papel que pueden desempeñar los lagomorfos salvajes, como los conejos y las liebres, como reservorios de esta bacteria en determinados escenarios epidemiológicos.
Afectadas el 2,4% de las liebres analizadas
Para llenar este vacío de conocimiento, un grupo de investigadores de la Universidad de Córdoba y el Instituto de Salud Carlos III ha realizado un estudio para determinar la seroprevalencia y los factores de riesgo asociados con la exposición a C. burnetii en lagomorfos salvajes en los ecosistemas mediterráneos del sur de España.
El estudio, publicado en la revista MDPI, se basó en el análisis de muestras de sangre de 638 lagomorfos salvajes, incluidos 471 conejos salvajes (Oryctolagus cuniculus) y 167 liebres ibéricas (Lepus granatensis), recogidas en 112 cotos de caza distribuidos en las ocho provincias de Andalucía entre las temporadas de caza 2018/2019 y 2021/2022.
Los resultados muestran que la seroprevalencia individual aparente general fue del 8,9%, lo que indica que ese porcentaje de los lagomorfos salvajes analizados tenía anticuerpos contra C. burnetii en su sangre. Asimismo, se encontraron anticuerpos contra la misma bacteria en el 11,3% de los conejos salvajes y, por primera vez, en el 2,4% de las liebres ibéricas. En total, se detectaron animales seropositivos en 16 de los 112 cotos de caza analizados y en todas las temporadas de caza muestreadas.
Los investigadores también aplicaron un modelo de ecuaciones de estimación generalizadas para identificar los factores de riesgo potencialmente asociados con la exposición a C. burnetii en lagomorfos salvajes. El modelo mostró que la zona geográfica (Andalucía occidental) y la presencia de ovejas eran factores de riesgo significativos. Además, se identificó un conglomerado espacial estadísticamente significativo en el suroeste de Andalucía, donde se observó una mayor seroprevalencia.
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«Nuestros resultados proporcionan evidencia de una circulación moderada, endémica y heterogénea de C. burnetii en poblaciones de lagomorfos silvestres en los ecosistemas mediterráneos españoles. Se deben implementar estrategias basadas en el riesgo para programas de vigilancia integral en estas especies para reducir el riesgo de transmisión de la bacteria a especies simpátricas, incluidos los humanos», señalan los autores del estudio.