Un grupo de investigadores europeos ha identificado bacterias resistentes a múltiples antibióticos en las fosas nasales de conejos silvestres capturados en España y Portugal entre 2022 y 2024. El hallazgo, pone sobre la mesa una nueva preocupación que trasciende lo científico: la posibilidad de que enfermedades de difícil tratamiento puedan llegar al ser humano a través del contacto con fauna silvestre, como ocurre en la actividad cinegética.
El estudio titulado Culturomics Profiling of Nasal Cavities of European Wild Rabbits on the Iberian Peninsula: Antimicrobial Resistance and Detection of Microorganisms of Public Health Interest se centra en identificar la comunidad bacteriana que coloniza las cavidades nasales de los conejos silvestres europeos, así como en analizar los perfiles de resistencia antimicrobiana de bacterias de interés para la salud pública
Se recogieron muestras nasales de 147 conejos silvestres y, tras cultivarlas en laboratorio, se identificaron más de 550 cepas bacterianas distintas. El resultado: una sorprendente variedad de microorganismos, muchos de ellos inofensivos, pero otros con cierto interés sanitario. En total se detectaron 40 géneros diferentes y hasta 90 especies bacterianas. La mayoría de los animales albergaban más de un tipo de bacteria, y algunos incluso presentaban cinco géneros distintos a la vez.
Entre los grupos más frecuentes aparecieron nombres conocidos en microbiología como Enterococcus, Staphylococcus y Escherichia coli. Estas bacterias están presentes en muchos animales (también en humanos), pero lo relevante fue que algunas de las cepas aisladas mostraron resistencia a varios antibióticos, algo que preocupa cada vez más a nivel mundial. En cifras, cerca del 10 al 15% de las bacterias analizadas eran multirresistentes, es decir, no se eliminarían fácilmente con los antibióticos habituales.

El cazador, en contacto directo con la fauna
Además, el estudio identificó bacterias que sí pueden causar enfermedades en personas, como Yersinia enterocolitica (responsable de problemas intestinales) o Bordetella bronchiseptica (relacionada con infecciones respiratorias). Aunque su presencia fue puntual, confirma que los conejos pueden actuar como reservorios de bacterias con potencial zoonótico, es decir, transmisibles al ser humano.
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La resistencia antimicrobiana (RAM) es uno de los mayores desafíos sanitarios del siglo XXI. Y aunque durante años se ha centrado la atención en el uso de antibióticos en ganadería y medicina humana, ahora se suma un nuevo actor: la fauna salvaje.