El 8 de noviembre de 1849 es una fecha cargada de simbolismo y emoción para una profesión tan arraigada como los guardas rurales de seguridad privada. Fue en esa fecha que se instauraron oficialmente, y ahora cumplen 175 años de dedicación al servicio del mundo rural y la caza.
«Desde la Federación de Trabajadores de la Seguridad Privada (FTSP-USO), estamos muy orgullosos y queremos elogiar a todos y cada uno de los compañeros por el esfuerzo y la dedicación que han mostrado generación tras generación», comenta Víctor Villalobos, responsable del sector de guardas rurales en FTSP-USO Andalucía. Según Villalobos, el compromiso y la entrega de los guardas rurales han transformado esta labor en una forma de vida, un verdadero referente a nivel mundial.
A lo largo de estos 175 años, la figura del guarda rural ha ganado el respeto y la confianza tanto de los ciudadanos como de las administraciones públicas y privadas. La importancia de sus servicios, que abarcan la vigilancia y protección de propiedades y recursos naturales, sigue creciendo, destacándose como un baluarte para preservar el patrimonio rural y natural de España. «El trabajo de los guardas rurales permite que los trabajadores y empresarios del sector cinegético, agrícola y ganadero puedan descansar tranquilos, sabiendo que sus bienes están en manos de profesionales comprometidos», subraya Villalobos.
Un vínculo esencial con los cazadores y la caza
Dentro del sector de la caza, los guardas rurales tienen una función clave en el buen uso de los cotos de caza, trabajando mano a mano con los cazadores para garantizar un aprovechamiento sostenible. Los cazadores y los guardas rurales de caza tienen un vínculo esencial en la gestión y conservación de los cotos de caza, estableciendo prácticas que promuevan el respeto por la fauna y el entorno.
Los guardas rurales de caza son profesionales encargados de la gestión cinegética, el control y la vigilancia de los cotos, colaborando estrechamente con los cazadores para asegurar un uso responsable de los recursos naturales. Entre sus funciones se incluyen la prevención del furtivismo, el mantenimiento de bebederos y otros elementos del coto, el control de predadores selectivos y la prevención de vertidos contaminantes. Además, promueven una agricultura respetuosa con la fauna y vigilan las actividades cinegéticas, velando siempre por el equilibrio del ecosistema.
Un legado histórico: el nacimiento de los guardas rurales
La figura del guarda rural tiene una historia profunda. Fue creada por Fernando VI en 1748 mediante una ordenanza que encargaba a los «guardas de campo y monte» la denuncia de actividades dañinas para el entorno natural, como la tala ilegal y los incendios. Según el decreto de Fernando VI, estos guardas debían ser «hombres de buena reputación, fama y costumbres».
Sin embargo, no fue hasta 1849 cuando Isabel II, mediante Real Orden, estableció oficialmente el Guarderío Rural, tanto en el ámbito público como privado, encargándoles la misión de asegurar la paz y el orden en el campo. La publicación de esta orden en la Gaceta de Madrid el 10 de noviembre de 1849 marca un hito que los guardas rurales celebran como el inicio del sistema actual de seguridad privada en el país.
Una labor regulada y respaldada por la ley
Los guardas rurales se encuentran regulados en distintas normativas, incluyendo la Ley 5/2014 de Seguridad Privada y el Código Penal, que les atribuye funciones de vigilancia y colaboración en la prevención y persecución de delitos. También participan como auxiliares de jueces y fiscales en investigaciones judiciales, tal como lo especifica la Ley de Enjuiciamiento Criminal en su artículo 283.6.
La Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad refuerza su papel, indicando que tienen la obligación de auxiliar a las fuerzas de seguridad en la investigación y persecución de delitos. En aquellos municipios sin policía municipal, las funciones de custodia y vigilancia pueden recaer en los guardas rurales.
Funciones y adaptabilidad en la actualidad
Actualmente, bajo la supervisión de la Guardia Civil, los guardas rurales desempeñan una variedad de funciones adaptadas a las necesidades contemporáneas. Pueden ofrecer servicios de seguridad en plantas fotovoltaicas, parques eólicos, bodegas, granjas, campings y otras instalaciones rurales, con la posibilidad de portar armas de fuego si la autoridad gubernamental correspondiente lo autoriza.
Las funciones de estos profesionales se dividen en tres grandes áreas: seguridad, forestal y medioambiental. En el ámbito de la seguridad, realizan patrullas para proteger bienes y disuadir delitos. En el forestal, contribuyen en la prevención y extinción de incendios y en la gestión medioambiental. En el ámbito medioambiental, trabajan para prevenir delitos contra los recursos naturales, protegiendo la flora y fauna silvestres y colaborando con los planes de conservación.
Hay que tener muy en cuenta que guarda rural es el único cuerpo de seguridad privada que, según la Ley 5/2014, puede ejercer de manera autónoma sin pertenecer a ninguna empresa de seguridad. Este cuerpo puede ser contratado tanto por administraciones públicas como por particulares. Existen diferentes modalidades de contratación, incluyendo contratos laborales bajo el Régimen General de la Seguridad Social y contratos de arrendamiento de servicios para guardas rurales autónomos, bajo el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos.
Especialidades: guarda de caza y guardapescas marítimo
El guarda rural incluye diversas especialidades, como el guarda de caza y el guardapescas marítimo. Los guardas de caza son responsables de la vigilancia en cotos de caza y pesca fluvial, controlando el furtivismo y protegiendo la fauna durante la época de veda. También participan en la preparación de monterías y en la colocación de elementos disuasorios.
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Por otro lado, el guardapescas marítimo supervisa y controla la actividad pesquera en zonas de acuicultura y áreas marítimas protegidas, asegurándose de que los pescadores cumplan con la normativa y colaborando con las fuerzas de seguridad en caso de infracción. A 175 años de su creación, los guardas rurales representan un patrimonio vivo de la seguridad privada y una figura esencial en la preservación de los recursos naturales y la cultura del mundo rural. Como comenta Villalobos a Jara y Sedal, «la vocación y el esfuerzo de los guardas rurales los han convertido en guardianes de un legado que seguirá vivo para las próximas generaciones».