Narraciones de caza del abuelo es un libro para disfrutar junto al crepitar de la lumbre, que es el lugar donde saben mejor las historias de caza. Sus páginas, aunque huelen a tinta recién impresa, guardan el sabor de lo antiguo, de la caza castiza en la sierra, de paralela y cartucho de bala y humo de tabaco de liar. Tal ha sido su éxito que acaba de salir a la venta su cuarta edición, tras haberse agotados todos los ejemplares de las tres anteriores.
Este libro cuenta la vida de un hombre que pudo ser cualquiera de nuestros abuelos. Habla de sus propios maestros, de los que nacieron tal día como hoy hace más de un siglo. Habla de los primeros conejos cogidos a lazo, por entonces, y de las liebres que quitaban el hambre a los pastores. Habla de aquellos ganchos con cinco escopetas, tres podencos, una mula y una sartén de gachas en el centro, sin sorteos ni permisos. Narra lances a venados, machos monteses y cochinos entremezclados con el deambular de la vida rural antigua. El huerto, las setas, el ganado y las cuatro estaciones son las preocupaciones de estos personajes que aparecen a lo largo de la historia.
Los tiempos cambiaron y hubo que rendirse a la evidencia. El protagonista experimenta el paso de la vida, la tragedia y la alegría, los cambios en las formas de cazar y finalmente el peso de la vejez. Satisfecho y feliz, acepta lo que trae cada tiempo y ve venir a unos y marcharse a otros. Su nieto lo acompaña en el tramo final hasta que “La última luna” zanja la historia con un enorme macareno por testigo.
«El abuelo es un personaje inventado. Tiene cosas de todos mis maestros en la caza, como mi abuelo verdadero. Esta historia está basada en hechos reales, en parte. En él me reflejo a mí mismo también, sin haberlo hecho a propósito. En este libro hablo de un cazador, pero también expreso lo que siento por la caza y por la vida misma» dice Rubén Montés, su autor.
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