Por Antonio J. Carpio1,2, João L. Queirós3, Eduardo Laguna1, Saúl Jiménez Ruiz1,3,4, P. C. Alves3, P. Acevedo1 .
Utilizando herramientas genéticas de última generación, investigadores del IREC y del CIBIO han estudiado el impacto del jabalí en conejos y perdices de agroecosistemas mediterráneos del centro y sur de España. Los resultados evidencian su dieta omnívora oportunista principalmente determinada por la disponibilidad de alimento. Tanto perdiz como, principalmente, conejo aparecieron en su dieta. Si bien la metodología empleada no permite desvelar la proporción relativa de animales que son consumidos por carroñeo respecto a los que son depredados, la estacionalidad en su frecuencia de consumo y su relación con la abundancia relativa de las poblaciones de perdiz y conejo apuntan hacia un papel más carroñero que depredador. Estudios futuros deberían focalizarse en este aspecto, ya que a pesar de que el consumo de carroña no tiene un efecto directo sobre las poblaciones sí existiría un impacto negativo directo sobre los taxones que pudieran ser consumidos por depredación en esos agroecosistemas.
La relación entre el jabalí y las especies de menor ya había sido estudiada y se muestran efectos negativos del primero sobre las segundas (p. ej., Carpio y cols., 2014 a,b). Sin embargo, la mayoría de estos estudios se realizaron en espacios protegidos –parques nacionales o naturales– o en fincas privadas de caza mayor, estas últimas caracterizadas por baja abundancia de especies de caza menor y elevada de jabalí. Sin embargo, poco se sabe sobre el impacto del suido sobre estas especies en agrosistemas, cuyo principal aprovechamiento cinegético va dirigido a la caza menor y que, por tanto, existe una elevada abundancia de presas y más moderada de jabalí que en las fincas de mayor.
En el caso de la perdiz y otras aves que anidan en el suelo, estudios previos muestran que el jabalí puede ser un importante depredador de nidos (Mori y cols., 2021). En cambio, su efecto potencial como depredador de conejos es poco conocido. Aunque podrían depredar conejos jóvenes en las madrigueras o animales enfermos no existen evidencias sólidas al respecto (Venero Gonzales, 1984). Aunque el papel como carroñero del jabalí ha sido constatado (Tobajas y cols., 2022), no siempre es posible distinguir entre depredación y carroñeo, y menos con esta especie (Wilcox & Van Vuren, 2009).
Si bien las herramientas genéticas para los estudios de dieta permiten una identificación taxonómica mucho más precisa a nivel de especie –animales/plantas consumidas– que los análisis morfológicos tradicionales, estos métodos tampoco permiten diferenciar la depredación directa del consumo de carroña.
Las dos preguntas que plantea el estudio
En este trabajo, utilizando técnicas moleculares recientemente desarrolladas, buscamos dar respuesta a dos interrogantes. La primera, ¿cuál es el papel de las especies de caza menor en la dieta del jabalí? La segunda, ¿la frecuencia de aparición de conejo y perdiz en su dieta está relacionada con su disponibilidad? Para abordar la primera pregunta se analizaron 80 heces de jabalíes con herramientas genéticas basadas en secuenciación masiva y código de barras molecular. Se pudo detectar la presencia de material genético de 17 especies animales en las heces analizadas. Concretamente, una de anfibio, dos de reptiles, cinco de aves y nueve de mamíferos. En este sentido, destacaron estos últimos, ya que se encontraron en el 77,6% de los excrementos, seguidos de las aves en el 22,4%, los reptiles en el 4,2% y los anfibios en el 1,4%.
En cuanto a los mamíferos, destaca la presencia del conejo y el ratón de campo en el 38,0% y el 14,0% de los excrementos de jabalí, respectivamente, mientras que en las aves destacan la perdiz roja y la paloma torcaz, presentes en 11,3% y 8,5% de los excrementos, respectivamente. En general, en el 55,0% de los excrementos se detectó presencia de ADN perteneciente a especies de caza menor. Sin embargo, el porcentaje medio de alimentos de origen animal identificados en las heces representó tan sólo una pequeña fracción –aproximadamente el 6%, variando desde el 0% en hasta el 90% en alguna muestra–, lo que indica que la mayor parte de la dieta del jabalí en las fincas de estudio fue de origen vegetal.
En cuanto a la segunda de las preguntas, la abundancia poblacional de jabalí y conejo se encuentra entre las variables que pueden determinar la frecuencia de aparición del lagomorfo en su dieta. Además, se apreció de qué manera afectaba la estación del año, siendo mayor la frecuencia de aparición en otoño que en primavera. En cuanto a la perdiz, los resultados mostraron una relación significativa y positiva entre su abundancia y la frecuencia de aparición en la dieta del jabalí.
El papel oportunista del jabalí
Los resultados indican que los jabalíes presentes en los agrosistemas del centro y sur de España son omnívoros oportunistas, estando su dieta en gran medida determinada por la disponibilidad relativa de diferentes tipos de alimentos, incluyendo una amplia gama de especies animales –por ejemplo, las cinegéticas–. Sin embargo, aunque los jabalíes consumen carroña de manera oportunista (Tobajas y cols., 2021), se desconoce la proporción relativa de animales que son consumidos por carroñeo respecto a los que son depredados.
Estudios futuros deberían focalizarse en este aspecto, ya que a pesar de que el consumo de carroña no tiene un efecto directo sobre las poblaciones podría existir un impacto negativo directo sobre los taxones que pudieran ser consumidos por depredación en esos agroecosistemas.También es de destacar que la mayor frecuencia de aparición de especies cinegéticas en los excrementos de jabalí se produjo en otoño, solapando con el periodo hábil para la actividad cinegética, destacando la presencia de especies como el conejo, perdiz e incluso zorro y ciervo.
Sobre los conejos
En el caso concreto del conejo, una de las principales causas de mortalidad son las enfermedades, como la mixomatosis, cuyos principales brotes ocurren en verano y otoño, y la enfermedad vírica hemorrágica (EVH), con brotes concentrados en invierno y primavera. Estas enfermedades, junto con los restos que pudiera generar la actividad cinegética, podrían explicar la alta frecuencia de aparición de conejo en los excrementos de jabalí en ambas estaciones.
En el caso de las perdices, algunos cotos refuerzan sus poblaciones con ejemplares de granja en otoño, previo al inicio de la temporada, para aumentar el rendimiento de la caza. Estos animales liberados al medio natural experimentan una alta mortalidad por causas naturales (Díaz-Fernández et al., 2012), y, posiblemente, el jabalí se podría beneficiar de esta fuente de alimento. Esto podría explicar la elevada frecuencia de ocurrencia de perdiz (21%) en una de las áreas de este estudio durante el otoño.
En este tipo de ambientes mediterráneos, donde otros carroñeros son escasos o están ausentes, el jabalí, por su tamaño corporal y su adaptabilidad para encontrar y aprovechar la carroña de manera eficiente, podría reemplazar a los carroñeros claves como los buitres o los principales depredadores en la prestación de funciones y servicios ecosistémicos. En este sentido, es más probable que el jabalí proporcione un servicio ecosistémico a que actúe como depredador, aunque esto debe ser estudiado con más detalle en futuras investigaciones.
Implicaciones de gestión
Aunque este estudio representa una primera aproximación al estudio del papel del conejo y la perdiz en la dieta del jabalí en agrosistemas cuyo principal aprovechamiento cinegético son las especies de menor, su principal limitación es la dificultad para distinguir la depredación del consumo de carroña. No obstante, nuestros hallazgos resaltan el papel de estas especies –así como de otras especies cinegéticas– en la dieta del jabalí cuando están presentes a elevadas densidades, respaldando la naturaleza oportunista de este suido silvestre.
Sin embargo, la mayor frecuencia de aparición de estas especies en las muestras de otoño que en las de primavera parece indicar un papel predominantemente carroñero del jabalí, asociado a las posibles bajas producidas en la temporada cinegética o a la incidencia de las enfermedades en el caso del conejo. No obstante, los estudios futuros deben ir dirigidos a distinguir el papel del jabalí como carroñero o depredador de especies de menor, lo que permitirá su consideración como especie que brinda un servicio ecosistémico o constituye otra amenaza más para la recuperación de las especies de menor en la Península.
Una amenaza para cazadores, agricultores y ganaderos
En la actualidad, las especies de caza menor han sufrido un marcado descenso, mientras que las de mayor han aumentado sustancialmente su abundancia y distribución, como se puede ver en los gráficos, y el jabalí es un buen ejemplo. Estudios previos muestran la existencia de una clara segregación espacial entre las de menor y las mayor (Delibes-Mateos y cols., 2009). Sin embargo, el jabalí está extendiéndose y colonizando rápidamente zonas agrícolas y ganaderas, incluso ocupando otras urbanas. El establecimiento poblaciones estables de jabalí en estos nuevos ambientes genera numerosos conflictos con las actividades humanas que en ellos se desarrollan. Así, en agrosistemas –habitualmente acotados para de especies como conejo, liebre y perdiz, entre otras– la presencia de jabalí se percibe como una amenaza por algunos cazadores, agricultores y ganaderos.
Sobre los autores
1 Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio), Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC; CSIC-UCLM-JCCM), Ciudad Real, España. 2 Departamento de Zoología, Campus de Rabanales, Universidad de Córdoba (UCO), Córdoba, España. 3 Centro de Investigacão em Biodiversidade e Recursos Genéticos (CIBIO-InBio), Laboratório Associado, Universidade do Porto, Campus de Vairão, Porto, Portugal. 4 Grupo de Investigación en Sanidad Animal y Zoonosis (GISAZ), Departamento de Sanidad Animal, Universidad de Córdoba (UCO), Córdoba, España. 5 Departamento de Biologia, Faculdade de Ciências da Universidade do Porto (UP), Porto, Portugal.
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