Hace ya más de cincuenta años que unos pocos arruís africanos fueron soltados en Sierra Espuña, en Murcia, con la idea de potenciar la economía a la zona e incluir una nueva especie cinegética. Lo que nació como un experimento de conservación y desarrollo rural terminó convertido en una de las discusiones más largas y enconadas de la fauna ibérica.

Durante décadas se sostuvo que el arruí podía poner en jaque a la cabra montés, joya autóctona de los montes mediterráneos. Pero ahora, un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ofrece datos que van justo en sentido contrario: ambas especies se alimentan de cosas distintas y son capaces de convivir en un mismo territorio sin estorbarse.

Una vieja disputa que nunca se apagó

En 1973 se creó la Reserva Regional de Caza de Sierra Espuña, un espacio de más de 14.000 hectáreas pensado para consolidar la población de arruís y aprovechar su caza de forma regulada. Aquella decisión pronto dividió: mientras algunos la celebraron como oportunidad para el mundo rural, otros la tacharon de amenaza ecológica.

Con el tiempo, las organizaciones ecologistas llevaron la batalla a los tribunales y consiguieron que en 2016 el Supremo confirmara su inclusión en el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras. Desde entonces, la administración murciana comenzó a poner en marcha planes de control que pasaban por tratar de abatir gran cantidad de ejemplares y exterminar la especie.

Una cría aguarda junto al cadáver de su madre, muerta el día anterior. © JyS

Lo que dice la ciencia

El estudio, publicado en la revista Animals, se apoya en más de 300 muestras fecales recogidas en sierras murcianas donde hay arruís, cabras monteses o ambas especies a la vez. Los resultados son contundentes: el arruí actúa como pastador, con un 57% de su dieta compuesta por herbáceas, mientras la cabra montés se comporta como ramoneadora, con un 63% de consumo de arbustos.

«Este estudio evidencia que el arruí, pese a estar catalogado como invasor, puede convivir con la cabra montés sin desplazarla, gracias a una clara diferenciación en sus dietas», sostiene Jorge Cassinello, investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC).

Cuando coinciden en el mismo monte, se producen pequeños ajustes: la cabra montés come más hierba de lo habitual y el arruí amplía en verano su consumo de plantas leñosas. Un juego de flexibilidad que permite que cada uno encuentre su espacio sin tener que expulsar al otro.

Cómo se llegó a las conclusiones

El equipo empleó dos técnicas para analizar la dieta: el método microhistológico y la espectroscopía de infrarrojo cercano (NIRS). «El empleo del NIRS nos ha permitido ampliar el número de muestras y afianzar estadísticamente los resultados», explica Elena Albanell, especialista de la UAB.

El trabajo de campo dejó imágenes poco habituales: grupos mixtos de arruís y cabras monteses pastando a escasos metros, sin mostrar tensión alguna, recuerda Sergio Eguía, de Mendijob S.L., responsable de la selección de áreas de estudio.

El papel que juega en el monte

Más allá de la convivencia con la cabra montés, los investigadores destacan que los grandes herbívoros son pieza clave para mantener abiertos los paisajes mediterráneos. «El mantenimiento de un paisaje diverso y abierto, rico en pastizales y claros, depende en gran medida de la acción de grandes herbívoros pastadores, una función que perfectamente puede realizar el arruí», explica Alfonso San Miguel, profesor de la UPM.

Por ello, los autores del estudio consideran que ha llegado el momento de revisar su estatus legal y replantear si tiene sentido seguir tratándolo como especie invasora.

La ciencia da la razón a la caza

Más de medio siglo después de su llegada, la investigación científica da la razón a lo que los cazadores defendieron durante años: el arruí no amenaza a la cabra montés. La decisión política y judicial todavía no está cerrada, pero los datos publicados marcan un antes y un después en una polémica que parecía eterna.

Este trabajo, además, pone en entredicho la base legal que durante años ha mantenido al arruí en el catálogo de especies invasoras. Los investigadores sostienen que, con la evidencia actual, no habría argumentos sólidos para seguir considerándolo un peligro para la fauna ibérica, lo que reabre el debate sobre si su clasificación como invasor en España tiene sentido.

El siguiente vídeo, filmado hace ocho años, ya advirtió del exterminio del arrui en el Parque Natural de Sierra Espuña.

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