1. «Los ciervos con más punta son los más viejos»

Esta idea, junto con la de que el número de puntas de la cuerna se corresponde con la edad del animal, son dos de los mitos sobre ciervos más extendidos entre algunas gentes de campo: en ambos casos son rotundamente falsos», nos desvela Florencio Markina, doctor en Ciencias Biológicas.

«En los cervatos no será hasta su segundo año de vida cuando comience el crecimiento de la primera cuerna –primera cabeza–, consistente en dos varas cuya longitud puede variar desde unos pocos centímetros a más de 50. Al animal en esta fase se le denomina vareto. Hacia el mes de abril del tercer año caerán las varas, por la superficie de fractura del pivote, comenzando el crecimiento de la nueva cuerna cuya mineralización y descorreado se completará hacia el mes de agosto. Esta segunda cuerna suele tener dos varas de longitud variable y dos puntas en la parte más cercana a la roseta –las luchaderas–.

A este estadío se le conoce generalmente como horquillón. No obstante, en algunos ejemplares más desarrollados pueden aparecer puntas adicionales por encima de la luchadera, pero aún sin corona. Esta cuerna de tercer año –segunda cabeza– caerá con la entrada de la primavera siguiente comenzando el crecimiento de la nueva cuerna de cuarto año –tercera cabeza– ya con las luchaderas más desarrolladas y con candiles intermedios en número variable. A partir del cuarto año el ciclo se repetirá cada temporada, con cuernas que irán ganando en complejidad y grosor. Pero a partir de los diez años es normal que las cuernas se deterioren paulatinamente y vayan perdiendo puntas hasta la muerte del animal».

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El ciervo, una de las especies emblemáticas del Parque Nacional de Cabañeros. / Shutterstock

2. «Cuando te entra un zorro en el puesto en una batida, el jabalí que llega después viene oliendo su rastro»

Los animales tienen sus pasos en el monte. Los zorros suelen ser los primeros en huir de la quema en cuanto escuchan cualquier ruido sospechoso, es por ello que generalmente se le dispara primero a ellos», nos desvela Gabriel Marco Tejedor, experto rehalero.

«Como el jabalí suele salir más tarde del monte y utiliza los mismos pasos de escape, que es donde se apostan los cazadores, muchas veces aparece por el mismo sitio por el que poco tiempo antes apareció el raposo, pero eso no quiere decir que venga olfateando su rastro. Precisamente por este motivo es por el que muchos cazadores se abstienen de disparar al zorro, porque ello puede acarrear que el jabalí no entre al escuchar el disparo. Lógicamente esto es muy relativo, ya que depende del número de disparos que se estén produciendo, de lo apretados que vayan con los perros, del aire… Muchas veces en el mismo puesto se abaten varias piezas en diferentes momentos de la batida».

3. «El zorzal charlo es también llamado ‘guía’ porque dirige los grupos de comunes o alirrojos en su migración»

En la Península podemos disfrutar de cuatro especies de zorzal: común, alirrojo, charlo y real, con diferencias fundamentales en cuanto a tamaño, plumaje e incluso costumbres. El charlo es el más grande de las cuatro, y cuenta con una amplia distribución y con poblaciones reproductoras que no realizan movimientos migratorios, si bien entre octubre y abril se concentran grupos procedentes del norte y centro de Europa, al igual que sucede con otras especies de zorzales», aclara Carlos Sánchez García-Abad, doctor en Veterinaria.

«Lo cierto es que no existen evidencias científicas que determinen que el charlo actúe como guía de los grupos de zorzales comunes o alirrojos en su migración. Esta creencia se puede deber a que, por su comportamiento, tamaño y abundancia resulta más fácil de observar en nuestras latitudes en las épocas en las que se producen mayoritariamente los movimientos migratorios de comunes y alirrojos, que reforzarían sus poblaciones residentes con los ejemplares venidos del norte, dando la falsa sensación de que dirige a los bandos de éstos, casi siempre con menos ejemplares y de menor tamaño».

4. «Hasta que no comienza a hacer frío no llegan las aves migratorias»

Si tenemos en cuenta que la becada obtiene la mayor parte de su alimento hundiendo su pico en la tierra, una bajada extrema del termómetro que hiele el suelo en sus regiones de origen la obligará a migrar a zonas de temperaturas más suaves para poder alimentarse», explica Carlos Manuel Álvarez, delegado del Club de Cazadores de Becada en Asturias.

«En el cuarto Simposio Internacional sobre la Becada, organizado por Club de Cazadores de Becada con la colaboración de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en 2013, se expuso la relación entre meteorología y los desplazamientos migratorios de varios ejemplares estudiados durante 2012, concluyendo que las condiciones idóneas para la migración otoñal son presiones subiendo, temperaturas bajando, cielo claro y tiempo calmo con humedad normal. En ambas migraciones los puntos comunes son vientos débiles y visibilidad muy buena», asegura.

«En conclusión, las temperaturas bajo cero en el norte de Europa –independientemente del frío que haga en España– y vientos del noreste a finales de octubre y la primera quincena de noviembre son imprescindibles para disfrutar de la llegada de las migratorias. Una buena prueba de ello la estamos sufriendo los becaderos la presente temporada, donde las temperaturas suaves del norte de Europa no han propiciado el desplazamiento de arceas a la Península».

5. «Los cartuchos de menor gramaje son más rápidos»

Un cartucho es más rápido o más lento en función de la pólvora –y la combinación con el pistón– que cargue», nos cuenta Pablo González, Director General de Excopesa. «Lo que ocurre es que es más fácil y más barato encontrar una pólvora adecuada para cartuchos de bajo gramaje –28 o 30 gramos– que para los de alto –34 o 36 gramos–. Pero un cartucho de los primeros –36 gramos–, por concepto y por su utilización, debería ser más rápido que uno de los segundos–30 gramos–».

6. «Abatir hembras de especies de caza mayor es negativo ya que reduce las futuras poblaciones»

No existen suficientes estudios científicos al respecto, aunque es una práctica realizada tanto en fincas abiertas como cerradas para restaurar y mantener el equilibrio de sexos y reducir el tamaño de las poblaciones, aliviando así otros problemas como los daños a los cultivos y a la flora autóctona o los accidentes de tráfico, además de incrementar la calidad de los trofeos mediante el control de animales con enfermedades o taras», desvela Daniel José Bartolomé, Doctor europeo en Veterinaria por la Universidad de León.

«No obstante, de no realizarse correctamente puede provocar efectos negativos. La bibliografía consultada apunta a que la caza selectiva de las hembras más grandes o viejas –en ocasiones las más valiosas– puede desequilibrar la estructura de edad del grupo matriarcal, generándose problemas reproductivos indeseables y de difícil solución. Por tanto, sea en fincas cerradas o abiertas, la caza de hembras de caza mayor no tiene por qué ser una pedrada en nuestro tejado… si sabemos cómo llevarla a cabo».

7. «Cuanto más cerrado es el choke de la escopeta, más lejos llega el disparo»

Cuando tenemos un choke más cerrado los perdigones no llegan más lejos. Los chokes no aumentan la velocidad del cartucho, pero sí hacen que éste sea más efectivo a larga distancia, ya que los plomos salen de la escopeta más agrupados y su dispersión tarda más tiempo en realizarse», aclara Pablo González. «Por tanto, no, los cartuchos no son más rápidos ni el disparo llega más, pero sí son más efectivos a larga distancia por dispersarse más tarde».

8. «Los predadores son los reponsables de la ausencia de especies cinegéticas»

Rotundamente falso. La mayoría de las especies cinegéticas son también presas, es decir, sirven de alimento a una larga lista de predadores naturales. Por lo tanto, ambos, predadores y presas, llevan siglos de evolución paralela: los primeros, adaptándose a la abundancia de alimento; las segundas, desarrollando estrategias reproductivas que compensen las pérdidas por predación», asegura Florencio Markina.

«El problema surge cuando factores externos, generalmente relacionados con la especie humana, rompen ese equilibrio, bien afectando a la transformación de los hábitats –pérdida de refugio y alimento para las especies de caza–, bien favoreciendo el desarrollo artificial de los predadores oportunistas. El resultado es claro y patente si nos fijamos en nuestras especies cinegéticas de menor que, por alteración severa de los agrosistemas, no son capaces de reproducirse con la suficiente eficacia como para soportar niveles de predación ‘normales’ si de otras circunstancias se tratrara. De ahí que en algunos casos sea necesario realizar un control moderado de estos predadores que atenúe el efecto provocado por el propio hábitat».

«Pero que quede bien claro que la desaparición de las especies mal llamadas ‘alimañas’, si no se solucionan otros problemas adicionales, no tiene por qué suponer necesariamente un incremento notable de las especies cinegéticas. La buena gestión se basa en conseguir restablecer los equilibrios naturales entre ambos grupos zoológicos, teniendo en cuenta que nosotros somos, al fin y al cabo, un predador más», concluye.

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9. «Hay que quitar los testículos al jabalí recién cazado para que su carne no sepa a montuno»

El sabor a montuno, a bravío o ‘a macho’ no es consecuencia de que tardemos en quitarle los testículos a nuestro jabalí recién abatido. Estos órganos segregan las hormonas sexuales, las conocidas feromonas, mientras el animal está vivo, y éstas son, en parte, las culpables de ese sabor fuerte en algunos machos, sobre todo cuando están en celo» asegura Jaime Hurtado, gerente de ASICCAZA.

«Por lo tanto, si abatimos un cochino en celo y esas feromonas están ya en su cuerpo de nada servirá que lo capemos; fuera de su época de reproducción los testículos no segregarán hormona alguna una vez muerto. Si queremos degustar una de las mejores carnes que podemos encontrar hoy en día nos debemos preocupar más por evitar la contaminación microbiológica, y para ello hay que darse prisa en eviscerar al animal, no por caparlo. ¡Sácale las vísceras lo antes posible!».

10. «Las codornices cruzan el estrecho a nado usando una de sus alas como ‘vela’»

Durante miles de años las codornices han migrado a Europa ‘huyendo’ de los rigores climáticos africanos, utilizando el Estrecho de Gibraltar como uno de los lugares de elección para hacer este viaje debido a la escasa distancia entre los continentes europeo y africano. Es verdad que, como buena galliforme, es un ave poco ‘aerodinámica’; sin embargo, y a pesar de las diferentes ‘leyendas’ existentes, es una gran migradora que consigue desplazarse con éxito cubriendo enormes distancias», nos desvela Carlos Díez del Valle.

«Según la literatura científica disponible, acumulan grasa durante primavera y otoño, ajustando su migración a condiciones climatológicas favorables, reuniéndose en lugares estratégicos y desplazándose durante la noche a elevada altura, aprovechando vientos dominantes favorables que ayudan a que el viaje se complete con éxito y sin un desgaste excesivo, de modo que no es cierto que atraviesen el mar ‘a nado’ o ‘navegando’», afirma.

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Codorniz/ Shutterstock