El pasado 1 de mayo, Diego Ibarzo Gilaberte vivió uno de esos lances que todo cazador sueña con poder compartir. A sus 34 años, este joven zaragozano abatía un asombroso corzo con tres cuernas y trece puntas, un ejemplar único por su extraña morfología, que fue cazado en la comarca de Calatayud cuando salía al monte acompañado por sus primos pequeños.
Un lance inesperado en compañía de los más pequeños
Diego no iba solo, como habitualmente. Le acompañaban sus primos de 4 y 7 años, entusiastas de la naturaleza que disfrutan saliendo al campo con él para ver huellas y rastros. Nada hacía presagiar que iban a presenciar una escena tan poco común. Pero fue en torno a las 20:35 horas cuando se produjo el encuentro: «Iba con mis primos pequeños. Les gusta mucho venir conmigo para ver los rastros y los animales, aunque ese día cogí el rifle y dio la casualidad de que vi este corzo».
La escena transcurrió con rapidez. Diego localizó al animal y, tras unos segundos de observación, disparó al animal a una distancia de unos 170 metros. «Vi que era grande, pero no me imaginaba cómo era realmente y las tres cuernas que tiene», relata. El animal encajó bien el disparo, pero se internó en el monte, dificultando su localización en ese momento.
El rastro, los niños… y la sorpresa
Tras el disparo, Diego y los dos pequeños, un niño y una niña, siguieron el rastro con la esperanza de dar con el animal. Sin embargo, no hubo suerte. Los niños, con su habitual entusiasmo, señalaron una zona donde les pareció ver indicios del corzo. «Como son tan pequeños, no les hice mucho caso», recuerda el cazador. Al caer la noche, y ante la imposibilidad de continuar el cobro, decidieron dejar la búsqueda para el día siguiente.
Ya por la mañana, al regresar al lugar y seguir el rastro, la sorpresa fue mayúscula: a escasos metros de donde los niños habían indicado, apareció el corzo. «No me lo podía creer. Hemos pasado por allí todos los cazadores de mi coto y yo, concretamente, más de 20 veces y no había visto este corzo. Tiene tres cuernas y trece puntas. No me gusta ese número, pero es así», asegura el cazador.

Un corzo muy particular
El ejemplar abatido es tan singular que incluso el taxidermista, al recibir el cráneo, advirtió que probablemente presenta alguna anomalía de origen traumático, como una antigua fractura, que habría influido en el desarrollo de su atípica cuerna triple. Diego ha decidido naturalizarlo de cráneo, una elección que permitirá conservar intacta su asombrosa peculiaridad morfológica.
El rececho fue llevado a cabo con un rifle BSA del calibre .270 Winchester, cargado con munición Sako Powerhead 2 de 110 grains, una elección eficaz y que a Diego le ha dado muchas alegrías.
Pero más allá del trofeo, Diego destaca la experiencia compartida con los pequeños y la pureza del momento. «Podría decirte que lo tenía fichado con cámaras de fototrampeo, que lo había visto con un térmico… pero sería mentirte. A mí me gusta contar las cosas tal y como son. No lo había visto y fíjate, con dos críos pequeños pude cazarlo…», concluye.

Este extraordinario corzo no solo quedará inmortalizado por su particular cuerna, sino también por una historia familiar que demuestra, una vez más, que la naturaleza siempre tiene la capacidad de sorprendernos.
