La superpoblación de corzos se ha convertido en un serio problema en muchas zonas agrícolas de Cataluña. Uno de estos ejemplares, que había sido detectado en varias ocasiones arrasando cepas de uva en la comarca barcelonesa de Anoia, ha sido abatido esta semana por Marc Carafi, un experimentado cazador local que colabora habitualmente con agricultores de su entorno para mitigar los daños.

Una ayuda desinteresada a los agricultores

Marc Carafi Durán vive en una zona rural de la provincia de Barcelona muy cerca de las fábricas de los conocidos cavas Codorniú y Freixenet y, cuando puede salir tras los corzos, lo hace habitualmente andando desde su propia casa con el rifle al hombro. A sus 49 años, acumula toda una vida dedicada a la caza, especialmente de menor. Pero esta vez ha sido protagonista de un lance especial al conseguir abatir un gran corzo que causaba graves destrozos en los brotes verdes de varios viñedos en la comarca de Anoia.

Tal y como nos ha contado él mismo, varios agricultores de la zona le pedían que acudiera a controlar la población de corzos. «Aquí los corzos son un problema muy serio. Se comen el brote verde de la uva. Son muchos payeses de la zona los que me conocen y me dicen, “por favor, ven, te pago si quieres, pero ven”. Yo siempre les digo que no hace falta que me paguen. Si puedo ayudar, lo hago», reconoce.

La zona en la que abatió el corzo. © M. C. D.

Este tipo de colaboración se ha convertido en algo habitual, ya que según explica Marc, los métodos alternativos no funcionan. «Sé que se intentó echar un líquido pero los grandes productores dijeron que alteraba el sabor de la uva, y al final es la caza la que es necesaria para este tipo de control».

Un corzo muy esperado… y un disparo preciso

El bonito corzo, recién abatido. © M. C. D.

El animal abatido no era desconocido para Marc. «Este corzo lo tenía visto desde el año pasado en una zona de viñedos muy cerca de mi casa. Ya me habían dicho varios payeses que fuera por los daños», recuerda. El año anterior lo tuvo a tiro, pero el animal se esfumó a 200 metros y no pudo disparar. En marzo colocó una cámara de fototrampeo y logró grabarlo, lo que le permitió estudiar la zona y esperar el momento adecuado.

Después de varios intentos esta temporada, fue en la cuarta salida cuando finalmente dio con él. Se encontraba en una zona más cerrada, y tras una paciente espera, el corzo se apareció en escena. Marc no dudó: «Se puso de lado y disparé. El tiro fue a unos 120 metros».

El cazador observa la simétrica cuerna del corzo. © M. C. D.

Caza natural y tradicional

Lo más llamativo del lance es el estilo de caza que practica este catalán: lo hace sin ningún tipo de apoyo artificial. «Me gusta cazar lo más natural posible, sin trípodes ni nada, no uso ni silla. Me siento en el suelo con las piernas cruzadas y disparo apoyado en los muslos». El arma que utiliza para los corzos es un Browning A Bolt 3 del calibre .270 Winchester, cargado con balas RWS H-Mantel de 130 grains y con un viejo visor Bausch & Lomb.

Marc con su hija y una becada tras una jornada de menor. © M. C. D.

Marc relata por último que es un gran aficionado a la caza menor y que es habitual verlo con sus setter tras la becada. Pero este corzo ha sido especial para él: «Estoy muy contento. La verdad es que es un corzo muy bonito. Muchas gracias por darme voz. Creo que la caza está muy incomprendida. Pero aquí en Cataluña la caza exige mucho tiempo y mucha paciencia. Y es complicado. Es la única forma de controlar los daños de esta especie».

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