Cuando llegamos a una zona nueva de pesca, lo primero que deberíamos hacer es observar posibles movimientos o pistas que nos dan los peces. Saltos, burbujeos, subidas a la superficie para comer u oxigenarse… un claro ejemplo de que por allí podemos empezar a calcular nuestra estrategia de pesca.

Está claro que tomar una decisión -cuando la pesca no es una ciencia exacta- no es sencillo. Tenemos siempre en mente que el pez busca las orillas para refugiarse, alimentarse y reproducirse. ¡Sí es así! ¿pero siempre? La respuesta es negativa.

Un pez moviéndose por las algas. © J.C.G.

De forma innata, el pez nada más nacer obtiene su protección pegado a la orilla, aquí encontrará su zona de confort y a su vez el lugar donde podrá sentirse más arropado y protegido. Esto cambiará una vez que pase a la edad adulta, aquí es cuando ya él modificará sus hábitos y comportamientos.

Mucha más vida de la que creemos

La intuición en ocasiones nos juega malas pasadas. Lo más común es pensar que por el cauce del río sólo pasan los peces para desplazarse de un lugar a otro en busca del alimento, sin tenerse que detener por él.

Puesto de pesca donde hay bastantes algas. © J.C.G.

Nada más lejos de la realidad, el pez busca el cauce porque tiene mucho alimento, más del lo que nosotros pensamos. No sólo eso, él busca, rebusca y trata de localizar allí su comida. ¿Por qué? Es sencillo, por el cauce circula la corriente, por ella va el alimento transportado y aquí se depositan: larvas, krill, pequeños crustáceos, mejillones y un largo etcétera.

Es aquí donde se abre una abanico lleno de posibilidades, siendo para todos los peces un auténtico bufet degustación, que hará las delicias de nuestros amigos.

Busca zonas donde crezcan las algas

Esto no lo podemos dejar pasar. Las algas crecen y se desarrollan bajo unos determinados ambientes, en un proceso biológico que hace que allí aparezcan. Las principales causas son: la incidencia directa del sol, la baja profundidad, la corriente o bien la buena oxigenación del agua.

Imagen de algas acuáticas. © J.C.G.

Si existe uno o varios factores, su desarrollo aparecerá, dando lugar a un ecosistema en el cual se desarrollarán una serie de microorganismos que se reproducirán en un ambiente deseado. Es aquí donde carpas y barbos fundamentalmente encuentran el alimento necesario para su crecimiento.

Técnicas para pescar entre algas

Para pescar entre algas, lo primero que tengo que hacer es saber su extensión. Esto es muy importante para saber colocar nuestro cebo en el lugar idóneo. Para ello, yo suelo utilizar un plomo con salientes para que al lanzarlo y al recogerlo me indique el tipo de alga y por donde se encuentran. Utiliza la muesca del carrete para medir distancias y tantear todo el fondo, así te harás un plano mental que te va a ayudar mucho. También existen diferentes montajes y cebos que trabajan muy bien sobre las algas. Esto por lo general se hace si queremos pescar con cebo fondeado.

Una bonita royal pescada entre algas. © J.C.G.

Por el contrario, si buscamos pescar con veleta, lo suyo es ir jugando con las distintas profundidades, ya que sobre todo el barbo tiende a subir y a bajar en busca de comida cuando se trata de algas. Mi consejo es que no dejéis de pescar entre algas por el miedo a que se enreden vuestras líneas, únicamente dedicarle tiempo al estudio del terreno y veréis como los resultados llegan.

Cebos que no fallarán

Daros cuenta que cuando el pez se encuentra comiendo entre algas, lo que le resulta más familiar y común y en ese momento más apetecible, es todo aquello que la naturaleza le aporta. Por ello no quiero decir que un boilie, pellet o cebo más actual no funcione, pero lo que sí sé es que no dudará un segundo en meterse en la boca una buena lombriz o unos cuantos asticots.

Una buena remesa de cebo natural: asticots, lombrices, maíz… © J.C.G.

Como bien dije al comienzo de estas líneas, la pesca no es una ciencia exacta y en ocasiones no dejará de sorprendernos. ¡Cuánto más pruebes, más resultados óptimos obtendrás!.

Buena pesca.