Por Pilar Ruiz (veterinaria) 

Las conocidas como espigas no son más que las semillas de una familia de plantas gramíneas muy numerosa y de amplia distribución geográfica entre las que se incluyen algunas tan conocidas como el trigo, la avena y la cebada.

Para diseminarse y conquistar otros lugares han desarrollado unas estructuras a modo de pequeños ganchos que se adhieren al pelaje de los animales, a los que utiliza como medio de transporte para alcanzar zonas más alejadas, donde germinarán. Pero bajo este inofensivo aspecto se oculta uno de los más temidos enemigos de nuestros perros.

Pueden introducirse en su piel, provocando la aparición de un bulto caliente y doloroso debido al acúmulo de pus en su interior: es lo que se conoce como un absceso, que será necesario abrir, drenar y limpiar antes de aplicarle una cobertura antibiótica.

Pero son cuatro los lugares preferidos por las espigas para ‘meterse’ donde nadie las llama: los orificios corporales –oídos, ojos y nariz– de nuestros perros y entre los dedos de sus patas. Te contamos cómo actuar en cada circunstancia.

En los oídos: peligro de otitis

Las espigas enganchadas en los pelos de su cara y orejas pueden introducirse en su conducto auditivo al caminar o correr, provocándole una gran molestia. Intentará expulsarla sacudiendo bruscamente la cabeza o inclinándola hacia el lado afectado o rascando su oreja con frenesí.

Hay que actuar rápido y eliminarla lo antes posible, ya que puede provocar la inflamación del oído y la proliferación de bacterias, lo que deriva en graves otitis que dificultarán su localización y extracción, de por sí nada sencillo: para ello el veterinario necesitará introducir un otoscopio en el conducto auditivo del perro –en la mayoría de las ocasiones habrá que sedarlo–.

Una vez extraída suele ser necesario recurrir a tratamientos tópicos de al menos una semana para combatir la infección. 

Las espigas se pueden clavar en los oídos. /Shutterstock

En los ojos: cuidado con las úlceras

Suelen alojarse debajo del tercer párpado, dificultando su localización. Presentará el ojo cerrado por el dolor, irritado, con lagrimeo y legañas amarillentas y densas, y lo frotará con sus patas o contra el suelo en busca de alivio, con lo que la espiga puede rozar la córnea provocando úlceras.

El veterinario aplicará unas gotas de anestesia local en el ojo para explorarlo sin que al perro sienta dolor –puede ser necesario sedarle–, retirará el tercer párpado con unas pinzas para dar con la espiga y extraerla y aplicará un colorante en el ojo –fluoresceína– en búsqueda de posibles úlceras que quedarán tintadas de verde.

El tratamiento: colirios o pomadas con antibiótico y un collar isabelino para evitar que se toque con la pata. En casos graves es necesario recurrir a la cirugía.

Perro recibiendo un colirio. /Shutterstock
Perro recibiendo un colirio. /Shutterstock

Espigas en la nariz de los perros

Al olfatear puede aspirar una espiga y ésta quedar alojada en el interior de su nariz. Estornudará sin parar en un acto reflejo de su organismo por expulsarla, pudiendo además excretar mucosidad a través del orificio nasal donde se halle el cuerpo extraño.

En ocasiones se introduce muy profundamente y, envuelta en flemas, pasa a su sistema digestivo, siendo expulsada por las heces y resultando imposible localizarla. El veterinario tendrá que sedar al animal antes de introducir por su nariz un rinoscopio o un otoscopio para extraerla, también, con ayuda de unas pinzas.

Después será necesario tratarle con antiinflamatorios e incluso antibióticos si el cuerpo extraño le ha provocado heridas en su delicada mucosa interior.

Entre los dedos: fístulas dolorosas

También se pueden alojar entre sus dedos, realizando un orificio en la piel hasta conseguir meterse dentro y provocar, en muy poco tiempo, una dolorosa inflamación y la supuración de la zona, por lo que nuestro compañero de fatigas cinegéticas cojeará y se lamerá constantemente la pata, sin consuelo.

Explorando la zona el veterinario deberá localizar el ‘agujero’ –conocido como fístula– por donde se ha introducido el cuerpo extraño y a través del cual tratará de sacarlo con ayuda de unas largas pinzas.

El tratamiento posterior suele consistir en antibióticos y antiinflamatorios orales, aunque en los casos más leves bastará con la simple aplicación sobre la fístula de antisépticos como la povidona yodada y una pomada con antibiótico.

Revisa bien sus dedos. /Shutterstock

Cómo evitar que las espigas se le claven a tu perro

  1. ¿Quieres ahorrarte problemas con las espigas? Pues si tu perro es de pelo largo tendrás que cortarle el pelo antes de salir al campo en esta época del año.
  2. Rasura también la cara interna de sus orejas: reducirás la posibilidad de las espigas se enganchen en su pelo y se introduzcan en su oído.
  3. De vuelta a casa cepíllale para que suelte todas las que hayan podido quedar prendidas de su manto y revisa los espacios entre los dedos de sus patas.
  4. Aún así es fácil que alguna pase desapercibida, así que acude al veterinario si detectas cualquiera de los síntomas descritos en este artículo: bultos supurantes, sacudidas de cabeza, ojos cerrados y legañosos…