Por Leopoldo del Valle (Ingeniero de Montes)

Impresionante. De la nada al todo. Así ha sido la evolución de la caza del zorzal en España. De ser un pájaro más que no valía un cartucho, como de él se decía, a movilizar a grandes masas de cazadores enfebrecidos zorzaleros de Italia, Francia, América… que migran a nuestros campos buscando sus pasos de invierno.

Pero, unos años más y otros menos, lo cierto es que las poblaciones de este variopinto pájaro están variando de una década a esta parte. Ahora parece que han cambiado los pasos y pasan más horas en la sierra. Esto a principios de temporada puede deberse a que en el monte encuentran más alimento –como insectos, lombrices, frutos…– y se hallan más cómodos y protegidos por su abrigo, mientras que en el olivar resuena el trasiego de cazadores y aceituneros. Avanzando la temporada, se deja ver más por los olivares, buscando la aceituna madura y recuperando su rutina de paso: mañana de comida y tarde de dormida. 

Lindes de olivares

Sabemos por tanto las costumbres del zorzal, sus necesidades de alimento y qué le incomoda. Tenemos los conocimientos suficientes para empezar a llevar a cabo en nuestro coto una gestión encaminada a favorecer su presencia, con medidas como la formación de lindes con especies de olivos. La aceituna es el reclamo por excelencia de este pájaro, y la toman como un verdadero manjar.

Podemos jugar con las distintas especies de olivos de que disponemos, o incluso el acebuche, para formar esas lindes que separen zonas de siembra. Pueden consistir en caballones elevados donde se favorezca la proliferación de vegetación natural y no se siembre, dando lugar al establecimiento de insectos y lombrices.

De entre todas las especies de oleáceas, quizá el acebuche sea la más recomendada, por su precio y su rusticidad, adaptándose bien sobre cualquier terreno, siendo además muy recomendable para la formación de setos. Si las hojas de siembras que divide la linde de acebuches son aprovechadas por el ganado, como sucede en la mayoría de las ocasiones, bien sea como forraje o para aprovechar los rastrojos, estas lindes –siempre que la densidad de plantación sea la adecuada– pueden servir como barrera natural para el ganado y sustituir a las alambradas. 

Siembras y parcelas en mosaico

Son muchas las posibilidades que nos ofrece el hecho de jugar con elementos como lindes, acebuches, caballones, siembras y ganado. La configuración de parcelas de diversa naturaleza, combinando olivares, manchas de monte o matorral, viñedos y siembras constituirá un hábitat idóneo para cualquier especie de caza menor, también para el zorzal.

Además, en el caso de las siembras, será mucho más interesante si al mismo tiempo se alternasen hojas de cereal, leguminosas y pradera con rotaciones al tercio. Esto resulta muy práctico en las dehesas donde las siembras van destinadas al pastoreo, realizándose la simiente el primer año, en septiembre-octubre, debiendo permanecer acotada al pastoreo hasta julio-agosto.

El siguiente año se dejará sin sembrar, de rastrojo. El tercer año podrá volverse a sembrar o bien esperar sin tocar el suelo un año más, dependiendo de la capacidad y necesidades de pastoreo que tenga la finca. 

Resulta muy interesante que antes de proceder a la siembra se realice un enriquecimiento del suelo con estiércol orgánico. Esto favorecerá la presencia de insectos y lombrices, interesantes para el zorzal que, en octubre, encontrará buen alimento en el hábitat ideal que le estamos proporcionando. La dosis de estiércol recomendada puede variar entre 5.000 y 10.000 kilogramos por hectárea, siendo aconsejable, además, aportar superfosfato de cal, habitualmente al 18% y sobre todo en suelos ácidos.

Fomento del olivar ‘ecológico’ para los zorzales

Los olivares que han caído en abandono por la poca rentabilidad de los mismos, por encontrarse en zonas de sierra de difícil acceso o sobre suelos muy pedregosos que dificultan la recolección de la aceituna, o incluso por los nuevos plantones que se desarrollen sobre este tipo de terreno, resultan de interés para su gestión como olivar ‘ecológico’.

Este sistema de aprovechamiento, en el que se reducen productos fertilizantes y fitosanitarios, no resultando perjudicial para el desarrollo de insectos, es muy adecuado si pretendemos favorecer al zorzal, ya que la recogida de la aceituna se realiza más tarde y de una forma menos agresiva. Será mucho más interesante si además lo integramos en el mosaico de parcelas que se comentaba anteriormente. 

Cuando jugamos con el olivar para formar mosaicos debemos tener en cuenta los pasos que pueda tomar el zorzal, pues tampoco interesa tener las parcelas de olivar muy diseminadas por el coto ya que los pájaros se ‘esparcirán’ más, dificultando así su caza. Sería más adecuado formar bandas de olivar que propiciasen un paso más controlado, de faja a faja, pero cada finca tendrá sus particularidades, necesidades y posibilidades de gestión. Por supuesto, todas estas medidas también son muy favorables para el resto de la caza menor: veremos cómo la situación cinegética de nuestro coto cambia considerablemente a mejor.

Y por último, respetar la caza

Todas las medidas de mejora posibles que podamos llevar a cabo en una finca para favorecer la presencia del zorzal de nada servirán si no somos respetuosos con la presión cinegética. En ocasiones puede ser preferible realizar tan sólo dos o tres tiradas en nuestro coto que cazar todos los fines de semana, pues cada zona de paso necesitará por término medio unos 15 días para recuperarse.