Falta muy poco para desenfundar el rifle y volver a disfrutar de la berrea. Pero, ¿sabrías ganarle la partida a uno de esos ciervos de altura? Fernando Álvarez de Sotomayor nos cuenta su experiencia al respecto. 

10/8/2018 | Texto y fotos: Fernando Álvarez de Sotomayor 

VENADOS DE ALTA MONTAÑACada vez somos más los aficionados que optamos por la caza en solitario, los que huimos de las grandes concentraciones de cazadores en las que, bajo una tablilla y sin mancharte las botas, esperas a que la diosa Fortuna, junto a batidores y perros, empujen las reses hacia el área que cubres con tu rifle. Hasta la fecha nadie ha realizado un estudio para analizar el cambio experimentado por los aficionados de modalidades tan distintas como son la montería al rececho, pero es que todo tiene un límite. Llega un momento en la vida del cazador español, gran seguidor del santo Job, en que la desesperación, la sensación de sentirse engañado y ese pensamiento generalizado de «Qué c… pinto yo aquí» hace que se afílie a AVOD (Asociación de Víctimas de Orgánicas Desaprensivas). Todos los integrantes de esta asociación son aficionados que han acabado aburridos de las dos horas de espera en el bar donde se realiza el supuestamente imparcial sorteo y en el que siempre hay un grupo de monteros en la esquina de la barra, o tras la mesa del organizador, a los cuales jamás se te ocurra preguntarles qué puesto les ha tocado en suerte: la contestación, siempre la misma, es que ellos son los postores. Tras pagar el generoso guante del que nadie te había avisado, ni meses atrás cuando adquiriste tu acción, te encaminas resignado hacia la fila de todoterrenos que componen tu armada.VENADOS DE ALTA MONTAÑA

Es para planteárselo…

Es el momento en que empiezas a fijarte en los posibles compañeros de los puestos colindantes que te ha deparado el ‘sorteo’. Aquí la Ley de Murphy nunca falla: los dos monteros que, por su aspecto, consideras más peligrosos, siempre son los que te tocan de vecinos. Una vez estás bajo la tablilla, comienzan tus oraciones: «Dios mío, que no entre nada. ¿Quién habrá sido el lumbreras que ha colocado este puesto en plena curva del cortadero?». Si la diosa Fortuna te abraza, consigues ver cruzar en dos segundos un cochino por lo limpio. Y ya metiéndose en el monte, fuera de la línea de tu vecino, disparas esa bala que ya estaba verde del tiempo que llevaba en la canana.

VENADOS DE ALTA MONTAÑANo me extraña que ante estas perspectivas semanales muchos se hayan caído del cartel, ya que cuando llegan a casa no sólo valoran el coste económico, también se plantean si esa jornada caótica ha vaciado el vaso de su pasión por la caza. Por todo esto y mucho más tomé la decisión, hace ya años, de acudir únicamente a monterías familiares, o aún mejor, a ganchos con un número reducido de amigos, con pocos perros y donde la filosofía es que si se vacía parte de la caza por un portillo donde no hay ninguna postura… ya la pillaremos otro día.

La diversidad de la caza en nuestro país, afortunadamente, sigue siendo muy rica, por lo que tenemos la opción de cambiar de modalidad cinegética: la gran mayoría tiene que esperar la llegada del mes de abril para ir tras el corzo, otros cazan en alta montaña rebecos y machos monteses –una práctica mucho más minoritaria debido a sus precios–… y cada vez somos más los que hemos tomado el derrotero del rececho.

Cómo localizar al venado en la alta montaña

Hay muy buenos recechistas del ciervo en berrea, época en que resulta más sencillo localizarlo, pero ¿cómo hacerlo en pleno invierno? Suelo practicar esta modalidad en La Cabrera, en el límite de León con Zamora. Las fechas idóneas para esta caza coinciden con la llegada de las olas de frío polar, con temperaturas mínimas bajo cero… y si las cumbres están nevadas, miel sobre hojuelas. El frío hace que el cervuno espere los amaneceres en las solanas, y en cuanto empiezan a calentar los rayos de sol son fáciles de localizar, ya que se sitúan en los terrenos más despejados y podemos descartar, al atalayar con nuestros prismáticos, las umbrías, los barrancos, los pinares o los fríos robledales. Otro aspecto importante a tener en cuenta es el viento: si es fuerte y del norte, también podemos eliminar todos aquellos lugares que no estén al amparo, eso sí, sin dejar de escudriñar las pedrizas o riscos donde puedan estar al resguardo.VENADOS DE ALTA MONTAÑA

Un método muy selectivo

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Los defensores del rececho del venado argumentan que esta modalidad es una de las mejores herramientas para seleccionar las reses que debes abatir en tu coto. Bien es cierto que en berrea dan la cara los mejores trofeos, pero en muchas regiones, cuando se empieza a cazar, la mayoría de las ciervas ya están cubiertas. Por ello considero que la caza del venado en invierno es mucho más eficaz para quitar animales selectivos.

Las pasadas navidades me cité en el bonito pueblo de Castrocontrigo, con mi amigo Edelmiro Seoane, conocido en Carballo, capital de Bergantiños, como Miro. Era la primera vez que iba a recechar realmente en solitario, es decir, sin guarda ni celador que te lleve de la mano. Considero que cuando vas acompañado de un guía del lugar quien caza el animal es él, tú únicamente te limitas a abatirlo. Según subíamos por la pista hacia la cuerda el termómetro del coche marcaba diez bajo cero, lo que unido a una brisa del norte que cortaba el cutis hacía que el amanecer se presentase óptimo para practicar esta modalidad. La tarde anterior al día de caza decidimos sobre un mapa del coto los trayectos que íbamos a recorrer por las cumbres que delimitan León con Zamora. Al llegar a lo más alto aún tuvimos que esperar 20 minutos a que despuntase el alba, tiempo que aprovechamos para asegurarnos de que los morrales guardasen lo fundamental –balas, cuchillo, teléfono móvil y walkie-talkie– antes de encaminarmos, en dirección contraria, cada uno hacia nuestra zona de caza. Hora y media después escuché un disparo. Al rato, Miro me llamó por el walkie.

–Fernando, estoy que se me sale el corazón por la boca. He tirado un venado, pero no lo encuentro. ¿Vienes y me ayudas?

A paso ligero, tardé media hora en encontrarme con Miro, que estaba en un estado de desasosiego total. Os relato tal y como me lo contó a mí:

–Iba andando muy despacio, porque con la helada que hay parece que vas pisando patatas fritas, y en la ladera de enfrente, en cuanto salió el sol, brillaban cuatro venados como bombillas. Me acerqué reptando, aprovechando las trochas del brezal, hasta aquellas peñas que ves allí, y bien apoyado he tirado a uno de ellos que estaba ‘mosca’, pues creo que me había localizado… pero no lo encuentro en este mar de brezo.

–Tranquilízate, que aquí el monte engaña mucho. Vuelve al risco desde el que disparaste y me llamas para ver si es aquí donde estaban los venados.

Al poco rato recibí su llamada:

–Lo he tirado mucho más abajo y 80 metros más atrás.

La esencia de la caza

Al llegar al punto indicado, allí estaba el venado con un tiro perfecto en el codillo. Tras las fotos y abrazos de rigor, Miro me dijo: «Mira Fernando, en los pocos años que llevo recechando he conseguido trofeos mucho más grandes, tanto de venados en berrea como de machos monteses en Gredos, y siempre acompañado de la guardería o de un lugareño… Pero este venado leonés lo he localizado yo, lo he recechado hasta donde ya no me podía acercar más, lo he seleccionado y al final… Creo que esto, simple y llanamente, es el privilegio de saborear la grandeza de la caza».

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