Cambio climático y pesca son dos conceptos que para muchas especies supone emigrar a otras zonas donde las temperaturas no sean tan altas -como los polos- o morir. Sin embargo, la primera especie animal en beneficiarse han sido los cefalópodos que se reproducen con facilidad en aguas cálidas.
26/05/2016 | Redacción JyS
Un estudio de FAO, la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, hecho por expertos en la temática, asegura que el cambio climático está ocasionando modificaciones físicas y biológicas en la distribución de las especies marinas y de aguas dulces.
En general, se registra un desplazamiento hacia los polos de las especies de aguas templadas con los consiguientes cambios en el tamaño y productividad de sus hábitats. Es probable que en un mundo que se está calentando la productividad de los ecosistemas se reduzca en la mayor parte de los océanos tropicales y subtropicales, en los mares y en los lagos, pero que aumente en las zonas latitudinales altas.
El incremento de las temperaturas también afectará la fisiología de los peces, y, según las regiones y latitudes, tendrá efectos tanto positivos como negativos en las pesquerías y en las actividades acuícolas. Al causar trastornos en las redes tróficas marinas y de aguas dulces, el cambio climático está ya alterando la estacionalidad de algunos procesos biológicos, con consecuencias imprevisibles para la producción pesquera. El riesgo de invasiones de especies y la difusión de enfermedades de transmisión vectorial representan motivos adicionales de preocupación.
Otro estudio al respecto realizado por la Universidad de Adelaida, Australia, muestra que las poblaciones de los cefalópodos han crecido significativamente en los últimos 60 años. Este sería el primer ser vivo “ecológica y comercialmente importante» que se ha beneficiado del cambio del estado de los océanos y parece que los pescadores al menos tendrán cefalópodos que pescar.
Sin embargo lo que los científicos tienen claro es que las especies, en general, solo tendrán dos alternativas para sobrevivir: desplazarse o adaptarse. Ya sea especies “emblemáticas” –como el panda, el oso polar, el orangután de Sumatra, la tortuga verde- o especies menos carismáticas –como el edelweiss o el coral cuerno de alce.