Un nuevo estudio científico ha puesto de relieve la importancia del ciervo rojo como proveedor de servicios ecosistémicos clave, como la la dispersión de semillas. Sin embargo, también advierte que, si no se controla su densidad, los daños pueden ser devastadores. El caso del Parque Nacional de Cabañeros, donde se prohibió la caza en 2020, sirve como el perfecto ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no se aplica una gestión adecuada.
Un ingeniero del ecosistema que necesita límites

El ciervo rojo (Cervus elaphus) no solo es uno de los herbívoros más icónicos de Europa; también es uno de los más influyentes en los ecosistemas que habita. Su capacidad para modificar la estructura y composición de los hábitats lo convierte en un verdadero ingeniero ecológico, como señala una revisión científica publicada recientemente por Springer. Esta especie participa activamente en procesos como el ciclo de nutrientes y contribuye a la biodiversidad vegetal mediante su comportamiento alimentario.
Este metaanálisis, basado en 86 estudios internacionales, concluye que el 69% de los trabajos revisados reportan impactos positivos del ciervo rojo, especialmente en términos de dispersión de semillas y mantenimiento de paisajes abiertos, factores esenciales para muchos ecosistemas europeos. Sin embargo, la revisión también lanza una advertencia importante: cuando las poblaciones de este ungulado no se controlan adecuadamente, los efectos se tornan muy negativos, con pérdidas de cobertura vegetal, erosión del suelo y colapso de la diversidad botánica.
La paradoja de la protección sin caza
El aumento de las poblaciones de ciervo rojo en Europa es consecuencia directa de décadas de reforestación, conservación y reintroducción. Pero este éxito aparente conlleva desafíos. Allí donde se han eliminado o restringido las medidas de gestión, especialmente la caza, se han documentado conflictos con humanos, daños agrícolas y desequilibrios ecológicos.

Uno de los ejemplos más alarmantes en España es el del Parque Nacional de Cabañeros, en Castilla-La Mancha. Desde que en 2020 se prohibiera cualquier forma de control poblacional mediante actividad cinegética, la situación ha evolucionado hacia una crisis ecológica de gran escala. Según el informe elaborado por el Ingeniero de Montes Rafael Sánchez Pérez de Villaamil, la población de ungulados —principalmente ciervo rojo— ha crecido un 250% en tan solo tres años.
Un tribunal establece que la caza no debería haberse prohibido en Cabañeros mientras ciervos y jabalíes devoran el parque nacional
Este incremento ha provocado una degradación masiva del ecosistema. Trece especies de flora están siendo dañadas de manera insostenible, mientras otras nueve presentan afecciones graves. Se han perdido coberturas vegetales fundamentales y muchas zonas del monte se han convertido en terrenos desnudos, altamente erosionables y con una fertilidad casi nula.
El equilibrio entre conservación y sostenibilidad
El estudio de Springer pone el foco en que el ciervo rojo puede y debe formar parte de una estrategia de conservación basada en criterios científicos. Su presencia en el medio natural es positiva cuando se mantiene dentro de límites sostenibles, y ahí es donde entra la gestión mediante el control poblacional regulado, incluida la caza como herramienta.
«El ciervo rojo es un proveedor de servicios ecosistémicos, pero solo si su densidad es la adecuada», afirma el estudio, destacando que es clave monitorizar su número y vigilar el uso que hacen del hábitat. También apunta a una laguna de conocimiento preocupante: solo seis estudios han abordado el valor del ciervo como recurso cultural, pese a que su presencia está estrechamente vinculada al turismo de naturaleza y a la caza sostenible, ambas fuentes relevantes de ingresos y conexión social con el entorno rural.
Cabañeros: una lección de consecuencias

Lo que está ocurriendo en Cabañeros confirma de manera empírica lo que la literatura científica ha venido señalando. La retirada de la caza como herramienta de gestión ha tenido consecuencias demoledoras no solo para el ecosistema, sino también para la fauna silvestre en su conjunto. El informe técnico alerta de competencia interespecífica, desplazamiento de especies vulnerables y daños severos en hábitats de interés comunitario, precisamente los que justificaron en su día la declaración del parque como espacio protegido.
Lejos de ser un caso aislado, Cabañeros se perfila como un espejo donde otros espacios naturales deberían mirarse. La ciencia ha dejado claro que la gestión activa y adaptativa de los ungulados no es una opción, sino una necesidad. Mantener la biodiversidad, los procesos ecológicos y el bienestar humano pasa, inevitablemente, por incorporar todas las herramientas disponibles, incluida la caza.