Los cazadores españoles invierten cada año 54 millones de euros en prevención de incendios forestales, a través del mantenimiento y adecuación de accesos, pantanos, podas, desbroces, mejoras del monte, cortafuegos y cortaderos, entre otras acciones, que se vuelven esenciales para prevenir incendios en épocas de máximas temperaturas como la actual.

A estas actuaciones se suman, además, las labores de guardería y vigilancia, con miles de guardas de coto en todo el país que se convierten en el primer foco de alerta y en agentes activos de prevención ante cualquier conato de incendio, con comunicación inmediata a las autoridades e incluso colaboración en la extinción.

Asimismo, a ello hay que añadir la labor de recuperación que se lleva a cabo en los cotos cuando se produce un incendio, ya sea para ayudar a la recuperación de la fauna silvestre con el aprovisionamiento de agua y alimento, las inversiones en densificación y repoblación forestal y la conservación de las vegetaciones autóctonas o la ejecución de proyectos de ordenación y mejora de montes, entre otras.

Así lo recoge el Estudio Socioeconómico de la Caza en España, realizado por Deloitte para Fundación Artemisan, que analiza las aportaciones de un sector que genera 6.475 millones de euros anuales y mantiene 187.000 puestos de trabajo y que invierte cerca de 300 millones de euros en conservación medioambiental.

Bombero en un incendio forestal.
Bombero en un incendio forestal. © Shutterstock

Las principales zonas de caza nunca arden

De hecho, según señala Fundación Artemisan, no es casualidad que las grandes zonas de caza mayor como Sierra Morena, Montes de Toledo o la Serranía de Cádiz, sean espacios que históricamente han sufrido pocos incendios forestales, como consecuencia de, entre otros factores, un manejo sostenible del territorio, la presencia de guardas, los cortaderos o la red de balsas de agua. A ello se suma la presencia de especies cinegéticas de caza mayor que se convierten en “máquinas desbrozadoras” naturales.

No obstante, para la entidad es necesario fomentar la recuperación de los usos tradicionales del monte para continuar con esta labor de prevención de incendios, ya que la correcta gestión del territorio es fundamental para evitar catástrofes que asolan cada año a espacios de alto valor en nuestro país.

En concreto, el 25 % de España está declarado como espacio natural, lo que ha conllevado la limitación de algunos usos tradicionales como las limpiezas, los resalveos y las podas, entre otras, que hasta su declaración permitían luchar contra los incendios de la época estival.

Un ciervo come hojas de una encina en el Parque Nacional de Monfragüe. © Shutterstock
Un ciervo come hojas de una encina en el Parque Nacional de Monfragüe. © Shutterstock

Exceso de trabas burocráticas

Y es que el exceso de limitaciones de usos y de trámites burocráticos está llevando al abandono del campo y del monte, desapareciendo actividades tradicionales como la ganadería y la caza y llevando al despoblamiento de estas zonas, lo que lleva aparejado un aumento del riesgo de sufrir grandes incendios con consecuencias nefastas.

Por todo ello, Fundación Artemisan reivindica la labor de cazadores, guardas y gestores de todo el país y apuesta por la gestión forestal como principal herramienta de prevención, así como por recuperar los usos tradicionales, adaptar la normativa a la realidad y desarrollar planes de Ordenación Forestal de montes públicos y privados para hacer más efectiva la lucha contra los grandes incendios.