El 20-M nos dejó imágenes para la historia y congregó a cientos de miles de cazadores con diferentes historias. Es el caso de José del Río, un cazador de 76 años de edad que practica su afición favorita en silla de ruedas, puesto que no puede caminar. El pasado domingo 20 de marzo se sumó al más de medio millón de personas que acudieron a la manifestación de Madrid para luchar contra ataques del Gobierno al sector como la reforma del Código Penal o el Anteproyecto de la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales. «Hay que defender la caza y el silvestrismo a muerte, es una cultura que no puede desaparecer, y por eso acudí a la manifestación», explica el cazador en declaraciones a este medio. «Cogí la silla de ruedas y fui hasta donde me dejaron subir; no pude juntarme con los compañeros silvestristas porque había tanta gente que me fue imposible», añade a la redacción de Jara y Sedal.

Él fue uno de los protagonistas de aquella jornada histórica, por eso no oculta su «pesar» porque «de la caza se oyó hablar muy poco tras la manifestación». «Se reivindicó mucho sobre la gente del campo, pero de la caza poco», lamenta. «Sin caza no hay nada, si no tenemos una gestión de la fauna silvestre, nos comen. La caza controlada ha existido siempre, una caza que no es matar por matar», defiende Del Río. «Hoy se come de la granja, pero también es importante la caza, por ejemplo del conejo. Si no se controlan ciertas especies, desaparece la agricultura», argumenta.

Sigue cazando a pesar de las adversidades

Por avatares de la vida, José del Río hace unas décadas tuvo que someterse a una operación. Tras ella, además, sufrió una caída y la fractura de tres vértebras, lo que le imposibilitó caminar con normalidad. Desde entonces tiene que practicar la caza desde una silla de ruedas, algo que también llevan a cabo otros cazadores cuyas historias de superación hemos narrado en Jara y Sedal en los últimos años.

Del Río cuenta que lleva siete décadas cazando, desde que iniciara sus andanzas en su municipio natal, Colmenar de Oreja. Además, fue delegado de silvetrismo de la Real Federación Española de Caza durante 25 años y posteriormente ostentó cargos de importancia en la Federación Madrileña de Caza. Por eso ha vivido con especial dolor la prohibición del silvestrismo y la defiende a ultranza: «A las aves que cazamos, con cupo, no les pasa absolutamente nada. Hay población en Madrid para practicar el silvestrismo de una forma sostenible, y población en España para abastecerse todos los silvestristas del país. Son millones las aves que viven en otros sitios», concluye.