Ahora que la temporada de caza ha llegado a su fin quizás sea un buen momento para plantearte cómo llenar ese vacío que te deja el no poder seguir saliendo al campo cada fin de semana. Muchos de nosotros ya hemos llenado ese hueco hace tiempo pero tú, debido probablemente a prejuicios y falsos tópicos, no te has planteado aún sacar ese pescador que llevas dentro.
10/2/2017 | Marcos Elena – Bonviedro Outdoors Caza y Pesca | [email protected]
Aunque a simple vista la caza y la pesca puedan parecer dos aficiones bastante distantes, en realidad, si se analizan con detenimiento, tienen muchas similitudes. Si disfrutas practicando la caza y nunca te has planteado cambiar la escopeta por la caña, aquí tienes seis razones para que al menos lo intentes.
Pescar es mucho más
Al igual que la caza, la pesca no se reduce simplemente a la acción de pescar; el disfrute de la naturaleza, estudiar el comportamiento de los peces o saborear la soledad o la compañía de nuestros amigos, es también una parte importante.
Desecha esa imagen que tienes preconcebida
Si cuando te hablan de pesca te viene a la mente un paisano de la tercera edad, sentado en una silla plegable, al más puro estilo Benidorm esperando a que su boya de pera desaparezca hacia las profundidades, olvídate de ello. Al igual que en el mundo de la caza, hay diferentes modalidades y especies a perseguir. Mayor o menor actividad física, número de capturas o búsqueda de grandes trofeos, calma o emociones fuertes… hay opciones para todos los gustos, sólo debes encontrar la tuya.
Un laberinto lleno de misterios y enigmas
Si leer el monte se antoja en muchas ocasiones una tarea difícil, cuando pescamos, al estar relacionado con un medio antinatural para nosotros como es el agua, las variables y condicionantes se multiplican. Esto, aunque dificulta, es algo que engancha y te obliga a estar permanentemente analizando e investigando, y en último término, aprendiendo.
Siente en tus manos la fuerza de tu adversario
Hay sensaciones qué sólo te puede ofrecer la pesca y difícilmente se pueden explicar si no las has vivido. Cuando cazamos, el final del lance siempre se resuelve en un suspiro, a veces a nuestro favor, otras en contra, pero el momento cumbre se reduce a un instante, sin sentir en tu propio cuerpo la fuerza del animal. Cuando empuñas una caña y tienes clavado al otro lado de la línea a un gran ejemplar, sentirás la fuerza que puede desarrollar un pez y, en muchas ocasiones, después de varios minutos de combate, te quedarás desencajado al ver cómo te ha humillado.
Calendarios compatibles
Compaginar ambas aficiones es totalmente viable. Por norma general la temporada de caza es corta para la mayoría de nosotros, el resto del año lo tendremos disponible para pescar. Los meses de veda coinciden con épocas que suelen ser productivas para la pesca y además, durante este periodo, casi todas las especies suelen mostrar bastante actividad.
Devolver tu felicidad
Para terminar de convencerte (o al menos despertar tu curiosidad) he dejado para el final la que para mi es la sensación más especial que la pesca puede ofrecerte, una que muchos cazadores desearíamos vivirla en cada batalla vencida pero que por desgracia, cuando empuñamos un arma, no es posible. Estoy hablando de segundas, terceras o incluso cuartas oportunidades, de poder devolver la libertad a nuestro rival.
Pocas experiencias hay más gratificantes (si es que hay alguna) que ver cómo ese pez que tan cara ha vendido su derrota, se escurre entre tus manos y de un coletazo potente se pierde de nuevo en las profundidades. Ese vínculo es mágico y te lo llevas contigo para siempre. Es un gesto de honor y complicidad. Algo así cómo “Esta vez yo te he ganado la partida. Tú me has regalado un lance imborrable. Lo menos que puedo hacer a cambio es darte otra oportunidad, para que aprendas pero no me olvides… ojalá que en un futuro nos volvamos a encontrar”.
Si no pruebas, si no le das una oportunidad, nunca sabrás cuánto te puede dar el pescador que siempre ha caminado a tu vera, pero que hasta ahora, te habías empeñado en ocultar.