Esta historia es, sin duda, una de la más emotivas que hemos publicado en los últimos años en Jara y Sedal. Está protagonizada por Juan Jiménez Cruz, un cazador y silvestrista de 74 años de edad y natural de Linares (Jaén) que padece demencia senil, pero que sigue escuchando el canto de sus pájaros con la misma ilusión del primer día. Su hijo, David Jiménez Molina, a quien transmitió su pasión por la caza, grabó las imágenes que compartimos a continuación hace unos días en su casa. En él se puede ver cómo Juan sigue emocionándose de nuevo con las perdices, los animales que le han dado vida durante sus siete décadas.
La demencia senil es una enfermedad que afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo o la capacidad de aprendizaje. Sin embargo, «por decisión del destino» -como así lo define su hijo-, Juan Jiménez volvió a recordar sus largas mañanas tras las perdices en los campos jiennenses y el amor que le entregó a estos animales durante su juventud.
«Mi padre nació en el campo, en una huerta. Mi abuelo crio a su familia trabajando para los dueños de unas tierras y allí comenzó su pasión por los pájaros, hacia los que ha tenido un respeto inmenso durante toda su vida», explica su hijo en palabras a este medio. «Él es silvestrista, es una pasión que se irá con él a la tumba y siempre que salía al campo con él los mejores consejos que me daba eran los del respeto a la naturaleza y a las especies», explica David.
«Se le cayó una lágrima mientras miraba las perdices»
El vídeo que mostramos más abajo fue publicado por David hace unos días en las redes sociales junto a este entrañable mensaje: «Mi padre, mi maestro, compañero y amigo, abuelo, tiene demencia senil. Aún se defiende un poco, hay cosas que no se le olvidarán nunca, ni a mí tampoco. Gracias por hacerme pajarero. No pude tener mejor mentor, me enseñó sobre todo a respetar al campo, y como él tantos en España».
David narra los momentos más emocionantes vividos durante la hora en la que ambos estuvieron delante de los pájaros: «Lo senté frente a las perdices y vi cómo se le cayó una lágrima, fue emocionantísimo. Para mí fue muy grande, yo me quedé sin palabras. El vídeo no sé si dura un minuto, pero ese será un recuerdo que llevaré siempre en mi corazón», asegura el cazador.
Su hijo prosigue narrando vivencias y recuerdos de su padre: «Ha sido un hombre que ha tenido una pasión grandísima por la caza y por los pájaros. Ha respetado muchísimo el campo. Mi hermano no cogió la afición, pero yo sí, y la llevaré durante el resto de mis días», confiesa. Entre otros gestos, David recuerda que jamás ha visto a su padre coger un pollo de perdiz del campo: «Siempre ha respetado todo y los ratos libres que ha tenido han sido para disfrutar de la naturaleza, sin más, y amar los animales y la caza».