Las redes sociales arden con la foto de César Cadaval junto a un leopardo. Algo similar pasó la semana pasada en Inglaterra, cuando en una entrevista destinada a promover nuevas medidas para detener el tráfico ilegal de productos de vida silvestre, el príncipe Guillermo sorprendió a muchos al salir en defensa de la caza de trofeos. Después de esto fue criticado para describir esta práctica como «un medio justificable de conservación de las especies que se encuentran bajo seria amenaza». Pero ¿cómo es posible esto? En este artículo contestamos a cinco preguntas que demuestran los beneficios de la caza de trofeos.
23/3/2016 | Redacción JyS
¿Qué es exactamente la caza de trofeos?
Es una forma legal de caza en la que los cazadores pagan grandes sumas de dinero por un permiso para abatir animales y llevarse a casa un trofeo (si quieren). Si puedes permitirte el coste de los permisos y cumples con las condiciones necesarias entonces puedes cazar casi todos los animales de manera legal. Esta caza se realiza bajo un estricto control por parte de la administración, que es quien decide qué especies y cuántos ejemplares se abaten, en función de unos criterios científicos en los que siempre prima la conservación de la especie. Los animales en peligro de extinción jamás se pueden cazar.
¿Cómo cazar animales puede ayudar a protegerlos?
Las grandes sumas de dinero que los cazadores dejan en los países de destino repercuten en las arcas públicas y generan desarrollo económico (empresas privadas, empleo). Esto anima a la población local a conservar estas especies, con las que en muchos casos compiten por el alimento o el territorio, puesto que las visitas de los cazadores son sinónimo de trabajo. Por otro lado, las cuantiosas tasas que los cazadores pagan a la administración son las que permiten sufragar los gastos de conservación (parques naturales, guardería, lucha contra el furtivismo).
¿Cómo podemos estar seguros de que el dinero de las cacerías legales llega a los planes de conservación?
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) estipula, y es incuestionable, que el dinero procedente de la caza de trofeos ha tenido un impacto positivo en muchas áreas. Sin embargo, los detractores de la caza aseguran que los subproductos de la caza de trofeos -huesos de animales, pieles, dientes, etc…- a menudo entran en el mercado negro, que a su vez demanda más productos a los furtivos. Algunos organismos han argumentado que, debido a la inestabilidad política y la corrupción, la cantidad de las tasas de abate que la conservación recibe es menor de la que debería ser. Contratando con orgánicas de reconocida solvencia y profesionalidad los cazadores se aseguran que su dinero repercute en la conservación de las especies.
¿Hay un ejemplo donde se vea que la caza de trofeos ha tenido un impacto positivo en los esfuerzos de conservación?
Hay muchos. Por ejemplo en Namibia, donde el dinero de las tasas de caza de trofeos sostiene a las comunidades que de otra manera no tendrían ningún potencial turístico (son sitios remotos que no tienen ningún atractivo ni cuentan con infraestructuras para recibir turistas). Estas áreas de conservación, que cubren casi el 20% de Namibia, han sido instrumentos para los éxitos de conservación del país. La caza controlada de rinocerontes negros, tanto en Namibia como en Sudáfrica se inició en 2004; desde entonces, las poblaciones han aumentado en más de la mitad. Hasta cinco rinocerontes negros pueden ser cazados legalmente en Namibia al año y el dinero de las tasas va a un fondo fiduciario destinado a apoyar la conservación.
¿Y qué hay de las objeciones morales?
Algunos podrían argumentar que las cacerías de animales «carismáticos» como leones, leopardos, elefantes y rinocerontes están mal. Esta fue la base de gran parte de la ira dirigida hacia Walter Palmer, el dentista que abatió al león Cecil el verano pasado, sin embargo Palmer tenía todos los permisos en regla y pagó alrededor de 50.000€ para abatir un león. La cacería de Cecil fue inicialmente declarada ilegal, pero tras un juicio en Zimbabwe el cazador quedó libre de cargos demostrándose su inocencia. Es algo similar a lo que acaba de suceder en España con César Cadaval, tras hacerse pública su foto con un leopardo, son miles las voces que se han alzado contra él. La moralidad es algo totalmente subjetivo, el hecho de que la caza de trofeos conserva a las especies algo objetivo.