El jabalí se la «había jugado» dos años antes, pero logra abatirlo tras una apasionante noche de aguardo: «Mi abuelo, el que me transmitió la afición por la caza, me falta desde hace siete meses, y este jabalí va por él», confiesa el joven a Jara y Sedal.

Redacción JyS

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El joven, con el jabalí. / JyS

El cazador alicantino Edgar Santamaria Boronat, de 22 años de edad y natural de la localidad de Castellón de Rugat, cazó el pasado 11 de marzo en el coto social de su pueblo el jabalí de su vida. Lo hizo solo dos días antes de que se decretase el estado de alarma en todo el país que impide, entre otras actividades, la cinegética. El joven, que va de caza desde que tiene «uso de razón», como así confiesa a Jara y Sedal, dedica todas las piezas que abate a su abuelo, el que le transmitió la pasión cinegética y que le faltó hace siete meses: «Es un orgullo haberlo cazado por él», dice Edgar.

Santamaría ha narrado a este medio que este enorme jabalí se la «había jugado» dos años antes, cuando no lograba dar con él a pesar de que encontraba el cebadero vacío cada día. Este año, después de terminar la temporada, comenzó la aventura de este joven levantino, que comprobó que este animal aún seguía yendo a revolcarse a la charca: «Empecé a echarle almendras para cebarlo de nuevo», asegura. «Yo sabía que era él, porque sólo había rastro de un jabalí y, además, el animal entraba al puesto de forma recelosa, algo que notaba porque nunca se terminaba las almendras».

Caza el jabalí el 11 de marzo

Tras dos semanas cebando, Edgar aprovechó la luna llena de marzo para acudir al aguardo. A las 17:30 horas de la tarde del 11 de marzo salió de casa hacía el puesto: «Tenía el presentimiento de que el jabalí entraba muy pronto al sitio y por eso me iba a esa hora a esperarlo”, declara el joven. «Llegué al sitio a las 18:00 horas, me coloqué a unos 70 metros del comedero, con el trípode y el rifle encarados en dirección hacia éste, ya que pensaba que el animal entraría de frente…», relata.

«Yo estaba en un altillo, y detrás de mí había tres campos de siembra y luego continuaba el monte. Jamás imaginé que el jabalí entraría por los campos de siembra…», admite. A las 19:30 horas escuchó un pequeño ruido por detrás, algo que le hizo girarse lentamente y ver al animal: «Allí estaba: ¡Menudo tanque! ¡Entró como un caballo al trote por la siembra!», exclama Edgar.

Al animal, a los 10 metros de entrar en ésta, se quedó parado a unos 80 metros del cazador: «Yo sabía que era el momento, pero el animal me había pillado y algo raro se olía. Me giré lo más rápido que pude sin hacer ningún ruido y le puse el punto rojo del visor encima, pero como ya estaba muy oscuro, no sabía qué era la parte trasera del animal y qué era la cabeza. No había tiempo para pensar, y sin encender la luz recé y disparé al centro del animal. Éste huyó tras escuchar el enorme estruendo al monte, parando su carrera a unos cuarenta metros», sigue detallando el joven.

Volvió a por él al día siguiente

«Como era de noche, no quise ir a buscarlo, ya que pueden ser muy peligrosos, así que decidí volver a buscarlo por la mañana», señala. «Al volver al día siguiente, fui a la zona del lance, buscando sangre, pero no encontraba nada, y cuando ya me iba a casa creyendo que lo había fallado, vi un rastro. Lo seguí y, a unos 30 metros, lo encontré muerto», sigue explicando Edgar.

En ese momento quedó sorprendido: «¡Madre mía! ¡Qué animal! Sin duda, el más grande que jamás he cazado. No tenía un gran trofeo, pero era enorme y sin duda representó la mejor espera de mi vida», concluye Edgar.

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El tremendo jabalí abatido por Adrián Fernández. / JyS

El joven catalán Adrián Fernández dio caza hace unos meses a un colosal jabalí que finalmente ha sido medalla de oro tras una apasionante jornada de espera en un coto social de Cataluña. Nos lo cuenta.