El cazador almeriense Vicente G. abatió, este fin de semana, un jabalí que tenía una posta clavada en uno de sus colmillos. El lance tuvo lugar durante una espera por daños agrícolas en una zona de esta provincia andaluza en la que los jabalíes habían provocado numerosos daños en un campo de almendros.
«Llevaba siguiéndole la pista desde el pasado mes de enero, más de dos meses», relata el cazador en declaraciones a Jara y Sedal mientras nos muestra las imágenes de la posta clavada en una de sus navajas. «Había estado noches y noches tras él», añade sobre las innumerables ocasiones en las que había tratado de cazarlo.
El pasado fin de semana, por fin, logró abatirlo: «Mereció la pena el esfuerzo de quedarme hasta las tres y las cuatro de la mañana muchos días porque, al final, logré ganarle la partida», se enorgullece sobre un jabalí con un colmillo de 18 centímetros y otro único.
La sorpresa llegó cuando el cazador miró el trofeo del animal y se percató de lo que tenía en el colmillo derecho: «No sabía lo que estaba viendo…», confiesa.
La posta había debilitado la base del colmillo
Probablemente se trataba «de un antiguo disparo de algún furtivo, ya que es una herida muy vieja que tenía ya cicatrizada», describe Vicente. El jabalí tenía el colmillo roto desde la base y es, sin lugar a dudas, uno de los trofeos más curiosos que hemos visto en los últimos años.
¿Por qué están prohibidas las postas en nuestro país?
Las postas, según la definición de la Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la flora y fauna silvestres, son aquellos proyectiles múltiples cuyo peso sea superior a 2,5 gramos.
El poder de destrucción de las postas a corta distancia es incuestionable. Se puede comprobar con varios objetos colocados a unos quince metros del arma, tales como una sandía, una jarra llena de agua o un muñeco gigante como muestra este vídeo. No obstante, hay que mencionar que el comportamiento de los proyectiles es muy variable y su uso para la caza no está autorizado por la peligrosidad de su errático vuelo.