El cazador murciano Juan Vicente Cascales Molina, natural de la localidad de Archena (Murcia), abatió en el coto social de su municipio el pasado sábado 8 de enero un descomunal jabalí de casi 130 kilos con unos descomunales colmillos.
Cascales explica a Jara y Sedal que el macareno estaba destrozando los árboles de una nueva plantación de almendros, por lo que decidió ir tras sus pasos. «Llevaba más de un año tras él, sabía que era grande pero no imaginaba que tanto», reconoce.
Doce meses tras sus enormes pisadas
«Hace un año ya me hablaron de él», comienza explicando el cazador, que recuerda que le comentaron «que había un gran jabalí en la zona que abría los almendros de par en par» y que «reventaba los tres brazos que tenían los árboles nuevos», por lo que decidió ir a ver los rastros. «Vi que sus huellas eran las de un mastodonte en toda regla. Por lo que medían, sabía que pasaba los cien kilos», detalla.
El cazador explica que colocó entonces en un árbol cercano una cámara de fototrampeo, y consiguió fotografiarlo: «Pero había niebla y no se veía bien». No obstante, al cabo de unos días, volvía a localizarlo y, esta vez sí, valorar su trofeo: «Aunque se le veían muy mal, se apreciaban bien sus colmillos, y como en la caza todo es cuestión de tiempo, le terminé ganando la batalla», señala el cazador.
Siete noches tras él
En la recta final de la Navidad el cazador dedicó siete noches de espera para tratar de abatirlo. «Como es un campo de cultivo en el que la gente va y viene, alguien habría pisado el cebo y el guarro estaba receloso», detalla. Por ello, en los últimos días el cazador se marchó aburrido: «Desistí», expone.
A los dos días de haber casi tirado la tolla, Cascales decidía intentarlo de nuevo: «Hacía mucho frío, unos 2 grados aproximadamente, pero esperé hasta las dos de la madrugada y entonces apareció». El cazador tenía delante al ansiado animal, por lo que decidió colocar su dedo lentamente sobre el gatillo de su rifle Tikka y disparar. La bala del .308 Winchester con el que ese día cazaba impactaba en el cuerpo del gran jabalí. «Cayó en el sitio y… cuando fui a por él, no me creía lo que había cazado», recuerda.