Un verano de ensueño para Daniel Gómez, un humilde cazador madrileño que ha narrado para Jara y Sedal cómo ha logrado abatir cuatro grandes jabalíes con un permiso de esperas por daños.

26/7/2019 | Redacción JyS

Los cuatro jabalíes abatidos por Daniel. / D.G.

El joven Daniel Gómez, de 25 años y natural de la localidad madrileña de Cenicientos, lleva un verano para enmarcar en cuanto a la caza en espera se refiere. Hasta cuatro grandes jabalíes ha conseguido abatir en un mes en esta modalidad que lleva practicando desde hace siete años.

Fue a finales de mayo cuando el joven obtuvo un permiso para la caza del jabalí por daños a la agricultura y desde entonces ha aprovechado al máximo cada una de las oportunidades que ha tenido. Gómez ha narrado para Jara y Sedal cómo ha sido, jornada a jornada, su exitosa temporada cinegética estival. Todas las capturas las ha logrado en la Comunidad de Madrid, generalmente en las cercanías de su localidad natal y siempre con su rifle Krico en calibre .270 Winchester y munición Remington Core-Lokt.

Un enorme jabalí el 19 de junio

Daniel, con el jabalí abatido el 19 de junio. / D.G.

El primero de los jabalíes destacables que el joven Daniel ha conseguido cazar lo obtuvo el pasado 19 de junio tras un mes detrás de su rastro. A las nueve y media de aquella noche se decidió a coger los «bártulos» e irse al puesto. «Llevaba tiempo marcando la zona, pero no lo esperaba ver así, tan de repente», se sincera el cazador. Fue su padre el que le animó a no desistir: «Me hizo ver las cosas más fáciles respecto a lo que yo pensaba con este guarro», confiesa Dani. Y así lo hizo.

Esa noche llegó, aparcó el coche, cogió el rifle y comenzó a andar. Llegando al puesto, vio cómo en el suelo había una culebra, por lo que frenó en seco y… en ese momento escuchó un sonido: ahí estaba. Era el jabalí tras el que llevaba los últimos días. «Vi al gran jabalí y me eché al suelo. No veía más que su lomo y hacía todo de forma sigilosa para no espantarlo», sigue relatando sobre el apasionante momento.

«Estaba sudando a mares y comenzando a desesperar cuando… levantó la jeta y decidí que era el momento de disparar», añade el cazador. La bala, según nos cuenta, alcanzó el sitio perfecto. «Ni me lo creía», exclama el cazador. «No atinaba siquiera a abrirle la boca de los nervios que tenía», relata el joven, que confiesa que «estos animales nunca dejan de sorprendernos».

Un probable medalla de plata otro día 19… pero de julio

El jabalí al que Daniel dio caza el 19 de julio. / D.G.

Otro de los grandes jabalíes llegó el pasado viernes, 19 de julio, «dos días después del eclipse», recuerda el cazador. «Ya le tenía cogida la pista, pero llevaba poca esperanza esa noche ya que había luna», reseña.

A las nueve en punto ya estaba colocado en el puesto en el que vio a ocho cochinas con diez rayones. «Ya sabía yo que algo pasaba en ese sitio con tanta carrera…», admite. A las diez y media de la noche, Dani escuchó otro nuevo arreón y varios bufidos, algo que le «alertó». «De repente, veo a un enorme jabalí parado a mi izquierda, por lo que decidí esperar en silencio el momento perfecto par disparar», explica.

«Yo le escuchaba comer y me ponía malo porque veía fatal al animal», dice Dani. Poco después encontraba el hueco perfecto para alojar la bala en la zona del cuello del jabalí. «Cuando vi ese cuerpo en el suelo y esos colmillos, no cabía en mí», confiesa. «Llamé a mi padre corriendo y asustado y se vino a verme». El animal, según la medición del taxidermista, «dará medalla de plata».

Otro joven pero gran jabalí a principios de julio

Otro gran suido, y ya iban tres, de Daniel este verano. / D.G.

Otro de los jabalíes abatidos durante este verano por Gómez logró cazarlo a principios del mes de julio cerca de un puesto de tórtolas para la media veda, también en la zona de Cenicientos. «Aquel día entraron hasta diez guarras con sus rayones… hasta que escuché una rama partirse en torno a las diez de la noche», señala sobre el inicio del lance. El animal tardó más de 20 minutos en salir a la claridad, pero cuando lo hizo fue con decisión y fue la opción perfecta para mí», narra Gómez.

El disparo alcanzó al animal, que estaba en ese momento a unos 50 metros de distancia, pero salió huyendo, por lo que el joven cazador tomó su bretona y su podenca al día siguiente para ir a buscarlo junto a un amigo. Dio con el suido debajo de un enebro: «Era un bonito navajero joven pero con el cuerpo de un guarro casero de lo grande y gordo que estaba», relata.

El cuarto jabalí de un verano que no olvidará jamás

El cuarto jabalí abatido por Daniel este verano. / D.G.

El último de los jabalíes destacables cazado en la modalidad de espera nocturna por parte de Daniel ocurrió en una jornada en la que «hacía mucho viento», relata el cazador. Ya llevaba tras él muchas horas de espera, a pesar de ello y del molesto aire, logró aguantar una vez más hasta la madrugada y hacerse con otro buen macho.

Un certero disparo en el codillo y un apasionante lance previo permitieron a Daniel abatir el cuarto gran jabalí dentro de un verano que no olvidará jamás.