El pasado 20 de abril terminó como uno de los días destacados en rojo en la memoria de este joven cazador. Su nombre es Pau Campayo y estaba viviendo una jornada de caza, junto con su compañero, en un coto ubicado en el Valle de Camprodón, en la provincia de Gerona. El protagonista es un ejemplar de corzo que le costará olvidar.

Según ha contado el propio cazador al equipo de Jara y Sedal, era un día soleado. «Cogimos los prismáticos y el rifle del coche y empezamos a caminar hacia un campo donde otro día habíamos visto un corzo que nos había parecido bastante bonito», ha comenzado narrando. Sin embargo, al verlo «muy rápidamente» no pudieron valorarlo bien.

«Caminamos hacia ese campo, situado en medio de un bosque de avellanos y hayas, por un camino de grava», ha continuado contando Pau. Bajaron «tranquilamente, hablando y haciendo ruido», porque tenían la intención de hacer una espera.

Así fue el lance

De un momento a otro, «a unos 150 metros del campo», observaron desde un punto «donde se puede ver una parte del lugar», un par de corzos que descansaban tumbados en la hierba bajo la sombra de un arbusto. «Con la ayuda de los prismáticos vimos que se trataba de un macho y una hembra», ha detallado.

«Subimos poco a poco hacia el camino que lleva al campo, pero al andar por el bosque hicimos mucho ruido con las hojas», ha matizado el joven cazador. «Los corzos no se asustaron, aunque bajando por el camino decidí quitarme los zapatos para no asustarlos con la grava», ha añadido.

Al llegar a una punta de la zona donde estaban y ver la cabeza del macho que seguía tumbado y tranquilo, pudieron «valorar el corzo y ver que tenía una especie de ‘tercer cuerno’, lo que le convertía en un macho único». «Decidimos dispararle», ha asegurado Pau. «Esperamos media hora hasta que el animal se levantó, era nuestra oportunidad».

«Mi compañero, que lo miraba con los prismáticos, me dijo que esperara a que se atravesara. El animal se atravesó y mi compañero me dijo: ‘Cuando quieras’. El corazón me latía muy rápido, dejé de respirar y disparé», ha concluido.

El resultado fue un magnífico macho de tres cuernas que nunca olvidará.

El joven cazador y su compañero con el corzo. © P.C.© P. C.

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La mejor historia de caza de corzo puede llevarse unos prismáticos Burris Droptine y un arnés Beretta

El lance que acabamos de narrar es uno de los participantes en el concurso que desde Jara y Sedal hemos lanzado en colaboración con Beretta Benelli Ibérica (BBI). La mejor historia puede llevarse unos magníficos prismáticos Burris Droptine 10×42, así como un arnés de Beretta.

Quienes quieran optar a este premio pueden hacerlo fácilmente enviando un email a [email protected], o bien un mensaje privado a cualquiera de nuestras redes sociales contándonos tu mejor historia de corzos, además de adjuntar las fotos de ese día, tu número de teléfono y seguir en Instagram el perfil de Jara y Sedal (@jaraysedal.es) y el de BBI (@beretta_benelli_iberica).

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